martes, 28 de septiembre de 2010

Consumación de la Independencia de México (a 189 años de la...)

            La Consumación de la Independencia.
A ciento ochenta y nueve años de la independencia de México, es necesario recordar el estudio hecho por Edmundo O´Gormán, en 1967 cuando publicó su libro La supervivencia del pensamiento político novohispano, donde nos recuerda que aún cuando nosotros vivimos en una república durante cincuenta años la monarquía fue uno de las opciones para constituir a nuestra nación, el triunfo de la república y muerte de Maximiliano de Habsburgo en el Cerro de las campanas en Querétaro, asesinó también las aspiraciones monarquistas mexicanas. Para iniciar el estudio del México independiente no se puede pasar por alto que México durante cuatro décadas osciló entre estas dos tendencias, la república y la monarquía.
La oportunidad de la monarquía en México.
Utilizaremos a dos autores para dar una idea de la posibilidad de establecer una monarquía en México. Dice Juan Díaz Cobarrubias, a cincuenta años de ser México independiente:
“México es un país eminentemente republicano por su forma de  gobierno, y sin embargo, tal vez ni en la monarquía más absoluta de Europa, está establecida de una manera más notable la distinción de las clases. Tres son las que predominan. La aristocracia, la clase media y el pueblo. Pues bien cada una de ellas tiene su fisonomía, sus costumbres particulares, nunca se mezclan, por el contrario, están separadas por el odio, y ni la amistad, ni el matrimonio, ni el pensamiento, las han podido unir jamas.”[1] 
Lorenzo de Zavala por su parte dice sobre la monarquía mexicana:
“No había alta nobleza, no había aquella aristocracia que forma como los escalones al trono y le sirven de sostén y apoyó. Las monarquías en Europa se encuentran aclimatadas por la serie de siglos que cuentan, por los hábitos contraidos de veneración y respeto a los nombres históricos de que están llenos los anales de los pueblos cultos, por las relaciones diplomáticas, por las ceremonias y empleados de palacio, por los edificios mismos en que habitan los reyes. ¿Que debe parecer en las Américas una familia real que necesita comenzar, para tener algún prestigio, creando estos adminículos, que si existen en el día es solamente por su antigüedad y que sería ridículo pensar en hacerlos nacer en tiempos como los nuestros?.”[2]
Como ya hemos observado, la situación en el Imperio Mexicano es contradictoria, por un lado existe una población que se mantiene dividida como en una monarquía y otra en donde hacen falta los elementos suficientes para establecerla.
La lucha por la emancipación de España tampoco fue siempre coherente, Hidalgo hacia la guerra a los gachupines, y no al rey de España, Rayón, y la Junta de Zitacuaro se consideraban como una más de las Juntas españolas de la península, defendían los derechos del Rey en esta tierra, con la aparición de Morelos y todos los oficiales e intelectuales que le acompañaban, la independencia tomó un nuevo rumbo, y la separación de la colonia y la metrópoli se asentó como una pieza fundamental de la lucha de Morelos, sacrificado este último,  y reducida la insurgencia a algunas partidas de Guerrero en el sur del país y a Guadalupe Victoria en Veracruz, el ejército novohispano, tomó su lugar y consumó la Independencia. Fue una constante dentro del movimiento de Independencia en México el hecho de que sus líderes quisieron crear una junta representativa; que les diera legitimidad, organización o dirección. Continuamente todos los jefes insurgentes obedecieron a una junta o trataron de crearla. Al llegar al punto donde la resistencia al enemigo se convirtió en un problema de supervivencia, las juntas simplemente desaparecieron, sin embargo para ese momento las condiciones existentes en España cambiaron y la Nueva España  vio por fin la Independencia y la clase dominante un sitio donde podía ser representada.
Después de la proclamación de la Constitución en 1820, gran parte de la sociedad de la Nueva España se encontraba descontenta pues veía que sus privilegios se encontraban con riesgo de desaparecer, la conspiración parece haberse iniciado en el aposento de Matías de Monteagudo en el Oratorio de San Felipe Neri.  En estas reuniones se había llegado al acuerdo de que sería necesario, que el virrey no proclamara la constitución argumentando que el rey no se encontraba en libertad y que de momento se gobernara según las Leyes de Indias. Este plan se vio frustrado al proclamar el virrey precipitadamente la constitución, aun así  gracias a la intervención de Monseñor Matías de Monteagudo, se comisionó a Iturbide para que se encargara del ejército que combatía a Vicente Guerrero y a Pedro Ascencio en el sur, su primer intento de derrotarlos  militarmente fracasó, así que decidió terminar la guerra de un modo parlamentario.
Para los mexicanos que vivieron el proceso de la consumación de la Independencia, el Plan de Iguala se interpretaba como la:

Independencia, y esta era la primera base del documento (...) era necesario consagrar un articulo que, como fundamental explicase las intenciones del nuevo caudillo y echo mano de la palabra unión, para expresarla que debía haberla entre criollos y españoles, considerados como ciudadanos y con los mismos derechos, por la influencia del clero se adopto como tercera garantía la religión, el Plan de Iguala conciliaba todos los intereses y eregia a la Nueva España al rango de una nación independiente, que era el fin que todos perseguían deteniendo las pretensiones particulares de república o monarquía.[3] 

El Plan de Iguala en su contenido como indica Lorenzo de Zavala, cubría desde un ángulo idealista la imagen conciliatoria y pacifica del movimiento de independencia.
Los artículos del plan trataron de reunir,  bajo estos artículos:

La religión que profesará el imperio mexicano será el credo católico sin tolerancia; establece la independencia absoluta; instituye el gobierno monárquico templado por una constitución, se invitaba a la dinastía borbónica a reinar en la Nueva España; habrá una junta llamada gubernativa mientras se reúnen las Cortes; existirá una Regencia que gobernara interinamente en lugar de Fernando VII; las Cortes luego que se reúnan trabajaran en la constitución del Imperio Mexicano; se conservan los fueros y propiedades del clero; y por ultimo:

Como las Cortes que van a instalarse han de ser constituyentes se hace necesario que reciban los diputados los poderes bastantes para el efecto y como a mayor abundamiento es de mucha importancia que los electores sepan que sus representantes han de ser para el congreso de México y no de Madrid, la Junta prescribirá las reglas justas para las elecciones y señalara el tiempo necesario para ellas y para la apertura del Congreso.[4]  

El 30 de julio de 1821,  Iturbide recibió la noticia de la llegada del nuevo virrey de la Nueva España, Don Juan de O’Donojú, al puerto de Veracruz, quién anunció su llegada con una proclama en la cual:
protestaba la liberalidad de sus principios y la rectitud de sus intenciones, y pintando lo critico de las circunstancias de que dependería la suerte futura del país, pedía que se le oyese y se esperase la resolución de las cortes que iban a conceder la representación soberana que se pretendía.[5] 
Iturbide, resolvió parlamentar con el virrey, dado que la situación estaba a favor de los rebeldes  quienes tenían en su poder las ciudades importantes de la Nueva España, con excepción de Acapulco y la ciudad de México.
Para septiembre  de 1821, se resolvieron los cambios de poder entre Francisco Novella y Juan O’Donoju, y este último había firmado unos días antes el 24 de agosto de 1821 un tratado con Iturbide en la Villa de Córdoba,  donde ratificó el Plan de Iguala, con una modificación, en cuanto al aspirante al trono del Imperio Mexicano, en el Plan de Iguala, se especificaba que el candidato al trono debía ser “Fernando VII y en sus casos los miembros de su dinastía o de otra reinante”[6], en los Tratados de Córdoba, sí bien la invitación a ocupar el trono del imperio a la dinastía española continuaba, en caso de no aceptar la corona, dejaba a las Cortes mexicanas el derecho de elegir al emperador.  Además estableció que la Junta que debía reunirse con la obligación de lanzar la convocatoria para que se reunieran las Cortes Mexicanas se había de designar Junta Provisional de Gobierno, la cual provisionalmente ejercería el poder legislativo,  y nombraría una Regencia  en la cual residiría el poder ejecutivo y gobernaría en ausencia del monarca.[7]
Para la mayoría de los mexicanos este acuerdo (Los Tratados de Córdoba) constituyo el reconocimiento español de jure de la Independencia en lo que se denominaba el ‘imperio mexicano’.  El tratado era importante para ellos, primordialmente aclaraba la legitimidad de un hecho consumado: la separación de España que se había alcanzado en el levantamiento casi incruento de Iturbide en 1821, y nada, a no ser una invasión española a gran escala para restaurar el poder de la corona, alteraría ese hecho.[8]
El 27 de septiembre de 1821 entraba en la Ciudad de México el Ejercito Trigarante, Iturbide reunió el 22 del mismo mes en Tacubaya en cumplimiento al Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba a la Junta Provisional Gubernativa, asamblea de notables, como: el Obispo de Puebla, José María Fagoaga, Juan José Espinosa de los Monteros, Francisco Sánchez de Tagle entre otros que tenían la obligación de suplir al poder legislativo, en tanto se reunía el Congreso y preparar la convocatoria para el mismo.  
La Junta Provisional Gubernativa representó en México a un organismo que se encuentra entre el Viejo Régimen y el Régimen Moderno. Mezcla de ideas liberales, hombres reformistas, intereses de los miembros de las clases dominantes y la rivalidad entre la capital y las provincias. Su objetivo principal era la redacción de la convocatoria para el primer congreso constituyente después de obtenida la Independencia y que daría como resultado unas elecciones que no complacerían a nadie, ni a la ciudad ni a su periferia. Alperovich comenta que la Junta fue un órgano títere de Iturbide, pero podemos observar que este aparato, representante de tantos grupos que controlaban y manejaban la vida política y económica de la nueva nación no todos eran serviles a Iturbide, sí los había, pero había otros que eran personas tan importantes como Iturbide pero que este gracias a su fuerza dentro del ejercito tenía la preeminencia sobre ellos, así que no podemos decir que la junta era un títere de Iturbide ni al revés, cada uno de los grupos que al final habían logrado la independencia tardarían algunos años más en acomodarse dentro de una nueva dinámica en la cual los había puesto su estatus de independientes. Las discusiones dentro de la Junta en los diversos problemas planteados a esta:  como la Bandera y sellos del Imperio, hasta la Hacienda publica demostraron contradicciones, el estudio de la situación y las discusiones de la Junta nos documentan en nuestras observaciones y conclusiones, la Junta como un órgano representante de la elite novohispana se encontraba limitado por su origen, al no poder dar a los habitantes del imperio un congreso que en realidad los representara.
El 17 de noviembre por decreto[9] se publicó la Convocatoria a Cortes. En la cual se concedía el voto a todos los mayores de 18 años de todas las clases y castas, incluyendo a los extranjeros, los cuales deberían estar casados con mexicanas y poseer bienes raíces. Podrían ser elegidos los que tuvieran buena fama, afecto a la independencia y que hayan servido a su causa. Exigía se eligiesen por cada provincia 3 diputados los cuales forzosamente se clasificarían como Eclesiástico, militar y letrado. La  Provincia de México tendría además un representante por un titulo,  un minero y un mayorazgo. Guadalajara un comerciante, Veracruz un comerciante, Puebla un artesano, Nueva Vizcaya (Durango)  un Labrador, San Luis Potosí un empleado,  Mérida Yucatán un empleado, y Guanajuato un minero.
La convocatoria nos muestra la contradicción de la sociedad mexicana, de pertenecer al viejo régimen o al nuevo, principalmente enseña que la elite novohispana quería tener una representación donde sus intereses fueran legalmente sancionados, por la  fuerza del centro se pasó por alto lo obvio, el país entraba en un nuevo orden, tanto administrativo como político en el cual las nuevas condiciones pedían la creación de un congreso no estamentario, donde lo mejor era la elección directa, porque al crear un congreso estamentario las contradicciones entre diferentes corporaciones resultarían nocivas para el régimen (pero al mismo tiempo parecían necesarias ya que los consumadores de la independencia eran pues los miembros del ejercito, del clero y de las autoridades administrativas que obtaron por quedarse en el Imperio Mexicano) las elecciones indirectas perjudicaron los intereses de las clases dominantes en la capital porque al llegar el proceso a los ayuntamientos, estos favorecieron a quienes en realidad creían eran sus representantes, dando como resultado que en el congreso varios individuos fueran insurgentes o simpatizantes de la insurgencia, como Pablo Anaya, José María Abarca o Guadalupe Victoria. 
El 24 de febrero por la mañana, se cerraron las principales calles de la ciudad de México, días antes se había designado el templo de San Pedro y San Pablo como el edificio donde trabajaría el congreso, los diputados se reunieron en la Catedral donde se oficio una misa a la cual asistieron las principales corporaciones de la ciudad. Iturbide se presentó al Congreso y pronuncio un discurso. Se presentaron los diputados a rendir su juramento en la Catedral Metropolitana, debían defender la religión católica y no tolerar otra, defender la independencia, formar la constitución bajo las bases fundamentales del Plan de Iguala y Tratado de Córdoba.[10]  Al  regresar al Templo de San Pedro y San Pablo, Iturbide leyó un discurso en el cual se congratulaba por la instalación del Congreso y decía que dejaba en manos de él la felicidad de la patria. Lucas Alaman refiere que al retirarse Iturbide mencionó que debía cumplirse el articulo 20 º de la convocatoria del Congreso, en la cual el Congreso debía dividirse en dos cámaras con igual número de diputados cada una.[11] Al retiarse Iturbide,  el Congreso inició su primera sesión. La elección del presidente recayó en Hipólito Odoardo,  fiscal de la Audiencia. Debido a su experiencia parlamentaria inmediatamente dominaron aquellos que habían pertenecido a la Junta Provisional Gubernativa entre ellos José María Fagoaga, Hipólito Odoardo y Sánchez de Tagle, imponiendo la dinámica del Congreso, como lo fue el reglamento interior y los siguientes puntos ( leídos por Hipólito Odoardo):
1.    ¿Si se declaraba instalado legítimamente el soberano Congreso constituyente Mexicano?
2.    ¿Si la soberanía reside esencialmente en la nación mexicana?
3.    ¿Si la religión católica, apostólica, romana, con exclusión e intolerancia de cualquier otra sería la única del estado?
4.    ¿Si se adopta para el gobierno de la nación mexicana la monarquía moderada constitucional?
5.    ¿Si se denominará esta monarquía Imperio mexicano, bajo la forma que establezca  la constitución que adopte la nación en su Congreso constituyente?
6.    ¿Si se reconocían los llamamientos al trono de los príncipes de la casa de Borbon, conforme al tratado de agosto de 1821 hecho en la villa de Córdoba?[12]
Inmediatamente por propuesta de José María Fagoaga se declaró que la soberanía nacional residía en  el Congreso constituyente, y  fue aprobada, aunque se estableció que
 “no conviniendo que estén reunidos los tres poderes, se reserva el ejercicio del poder legislativo en toda su extensión, delegando interinamente el poder ejecutivo en las personas que componen la actual Regencia, y el judiciario en los tribunales que actualmente existen o que se nombrasen...”[13]    
También se declaro la igualdad de derechos civiles en todos los habitantes libres del imperio sea cual fuere su origen.[14]
Las Bases Constitucionales, presentan un sin número de contradicciones que demuestran la incapacidad de los mexicanos para coordinar a una comunidad con un fin especifico, por que suponían demasiado: suponían que la dinastía borbónica aceptaría gobernar al Imperio Mexicano, esta base tenía por sustento considerar que una monarquía sólo era legitima si era heredada, pero no tomaba en cuanta, que los monarcas españoles sólo eran eso, monarcas de España, y no monarcas de una colonia. Suponían también un territorio, que hasta ese momento había respondido al aparato jurídico y administrativo  de España y no de una nación nueva como era el caso del Imperio Mexicano, el cual demostraría rápidamente su tendencia a regionalizarse.
Las bases eran contradictorias, puesto que al tener el poder de ser constituyentes, estaban determinadas a cumplir obligatoriamente con los puntos impuestos por el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba sin poder elegir otras soluciones.
Estas dudas dividieron al congreso entres partidos, la organización de los bloques se comenzaron a notar desde el inicio de las sesiones, uno de estos eran los borbonistas que habían pertenecido a la antigua administración virreinal y tenían como líder a José María Fagoaga; el partido de los iturbidistas, se determinaba porque sus miembros pertenecían al ejército Trigarante o al clero y eran en su mayoría miembros de la diputación de Guadalajara, los diputados que pertenecían a este partido no tenían, con pocas excepciones, la capacidad del otro; y como la tendencia de aquel era aparentemente la libertad y la de este a restricciones que exigía al poder ejecutivo, tenía el primero más simpatías, y daba un campo más vasto a desplegar doctrinas en la tribuna; [15] y el partido de los republicanos.
Como representantes del pueblo, y como oligarquía el congreso mexicano se encontró  en la indisponibilidad de ejercer verdaderamente la lucha por sus intereses y aunque relativamente el proceso de constitucionalizacion es demasiado optimista, demostraba la soberbia que sentían los mexicanos por su destino, insertado entre las naciones cultas de Europa.
La existencia del congreso, llenó de ánimos a la nación mexicana, el optimismo y la esperanza se albergaban en los corazones de la gente, pero no era lo mismo desear ser independientes a serlo realmente, la independencia tanto en las naciones como en los individuos, se demuestra en el plano económico, y el Imperio Mexicano, no tenía desde el primer día de su creación dinero para funcionar holgadamente, un gran ejército, y un gran número de empleados del gobierno chupaban el erario publico, los soldados morían de hambre y el comercio estaba paralizado, por que los españoles retenían la Isla de San Juan de Ulúa, y los barcos españoles que acostumbraban el comercio con México eran considerados hostiles.
El estado por tanto estaba obligado a pedir prestamos forzosos a las clases más pudientes del país, el cual empezaron a abandonar. El congreso, siempre enemigo de Iturbide le hacia la guerra al escasearle los recursos, se oponían a los prestamos y era evidente que se protegía a ultranza la propiedad privada, los mexicanos eran independientes pero no querían pagar su independencia.
En estas condiciones, Iturbide preparó su ascenso al trono, la noche del 19 de mayo de 1822, el ejército, y la plebe de la ciudad de México proclamaron a Iturbide emperador, el congreso mexicano acobardado aprobó esta proclamación, sólo algunos diputados que habían sido en su mayoría insurgentes se opusieron a este  acto, el cual fue sancionado.
En estas condiciones llegaron a México, algunos mexicanos importantes, como José María Michelena, fray Servando Teresa de Mier y Miguel Ramos Arizpe, líderes de la masonería, que ya estaba instalada en México, fue por medio de las logias que se inició una lucha más sistemática contra Iturbide, Teresa de Mier, como republicano inició en compañía de algunos oficiales del Regimiento Nº 11 de Caballería una conspiración para aprehender a Iturbide,  desterrarlo, e instalar la república en México, esta conspiración fue descubierta, e Iturbide aprovecho la ocasión para encarcelar a todos aquellos que consideraba sus enemigos, entre ellos estaban sus opositores borbonistas como Fagoaga, Tagle, y Horbergozo, así como algunos  republicanos como el salvadoreño Juan de Dios Mayorga y Carlos María de Bustamante.
La prisión de los diputados sólo incomodo a un comandante de un lejano punto del imperio, a Felipe Refugio de la Garza, comandante de la ciudad de Bejar en Texas, sin embargo este general pronto fue convencido para que depusiera las armas y se indultara.
La acción que causó la caída de Iturbide, fue la expropiación de un millón de pesos que pertenecían a los comerciantes españoles y que se encontraban en Jalapa, ya unos días antes, el general Antonio López de Santa Anna, gobernador del puerto de Veracruz se había rebelado contra el gobierno porque había sido destituido de su mando, la expropiación del millón, incomodo a los comerciantes españoles que actuaron a través de la masonería para obligar al general José Antonio Echevarrí a rebelarse en contra del emperador. Acción que verifico en Veracruz, con el llamado Plan de Casa Mata.
La fuerza de Iturbide descansaba en el ejército, y como este se le rebelaba solicitando la creación de un congreso, por que el anterior había sido disuelto, ordenó para evitar el derramamiento de sangre  que se reinstalara el anterior, humillado el emperador abdicó a la corona, resultando que el congreso al cual había considerado su enemigo y había atacado tantas veces se desquitó con verdadera saña, aparte de desterrar a Iturbide, declaro nula su coronación, y su abdicación, y finalmente lo declaró traidor a la patria y fuera de la ley.
Al disolver al congreso Iturbide inició la era en que el ejército, como Bustamante apropiadamente ha dicho:
Desde aquella fecha has obedecido ciegamente la voz de cualquier caudillo, que con cualquier pretexto, te ha guiado a derrocar gobiernos, a disolver congresos, a cambiar personas, a trastornar las cosas, a contrariar las leyes, a sofocar la opinión y a ser en fin el único aprovechado del botín de las revoluciones, sin dar jamas cuentas a la nación de lo recibido y lo gastado.  [16]
David Cortes Mosqueda, El Primer Congreso Constituyente de 1822, Tesis de Licenciatura, UAM, Mexico, 2000.

[1] Juan Díaz Cobarrubias, El diablo en México. : p. 168.
[2] Lorenzo de Zavala, Paginas escogidas: p. 58.
[3] Lorenzo de Zavala, Op cit.: 88 - 89.
[4] Proclama de Don Agustín de Iturbide lanzada en Iguala el 24 de febrero de 1821. En Ernesto de  la Torre  Villar, Historia documental... T.II: 145 - 148.
[5] Alamán, op cit.: vol. 5.: 159.
[6]  Proclama de Don Agustín de Iturbide lanzada en Iguala... Ernesto de la Torre, op cit. T.II.: 145 - 148.
[7] Tratados celebrados en la Villa de Córdoba el 24 de agosto de 1821, entre los generales... en Ernesto de la Torre, op cit. T. II.: 151 - 154.
[8] Timothy E. Anna, op cit.: 13 - 14. 
[9] Junta Provisional Gubernativa. (Decreto del 17 de noviembre de 1821 sobre elecciones de los diputados al Congreso). Noticioso General, México, T. VIII, miércoles 28 de noviembre de 1821, num. 143, p. 1 - 4. LAF 395.
[10] actas: 1- 2
[11] Actas constitucionales. T. II, vol. 1: 2 - 5. Y Lucas Alaman, Historia de México: Vol. 5.: p. 286.
[12] Actas constitucionales, T. II. Vol. 1: 8
[13] Actas constitucionales: T.II. vol. 1: 8
[14] actas constitucionales. T. II. Vol. 1: 9
[15] Zavala: 108.
[16] Carlos María de Bustamante, El nuevo Bernal Díaz del Castillo, o sea, la historia de la invasión de los angloamericanos en México: 400.

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