domingo, 19 de septiembre de 2010

Biografía de un obispo obsequiso


Manuel Irizarri y Peralta.
Un obispo “obsequioso ante el gobierno mexicano”.
            Éste ensayo esta dedicado a esbozar una idea que nació desde el momento en que inicie la redacción de mi tesis de licenciatura, cuando me percate que la clase política mexicana del siglo XIX se dividía en dos generaciones, la primera que gobernó al país desde 1821 hasta 1856 y una segunda que se extendería desde 1857 hasta 1910.
            Prácticamente, la primera generación se inicia en la política, con la instalación del Primer Congreso Constituyente de 1822 y termina con la muerte de Lucas Alamán en 1853.  
            La biografía de Manuel Irizarri y Peralta, se encuentra unida a los acontecimientos históricos del país, Irizarri, poco estudiado por los historiadores, es una muestra de los vaivenes políticos en estos años de la vida independiente de México.
            Siguiendo con el curso que tendría este esbozo de ideas, y continuando con el trabajo de Edmundo O’Gorman, sobre la Supervivencia Política Novohispana,[1] que realiza un seguimiento de las ideas políticas de los gobernantes mexicanos durante setenta años, tengo la idea que después de la muerte de Lucas Alamán en el 53, la Inteligencia del conservadurismo mexicano había muerto.
            Cuando realizaba la catalogación de las fuentes utilizadas por Carlos María de Bustamante en su obra Continuación del Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana, el interés por estudiar el siglo XIX  mexicano me pareció que era necesario porque nos ayuda a comprender nuestro presente en su problemática; por es útil definir la forma de gobierno que los mexicanos deseaban en los primeros años de su independencia, y porque nos ayuda a comprender la problemática actual.
            En mi trabajo de catalogación noté las variaciones que sufría el país en sus primeros años como nación independiente, como en un momento dominaba el centralismo, como en otro lo hacía el federalismo. Aparentemente todo parecía ser obra de algunos militares ambiciosos que controlaban el país indiscriminadamente, pero algunas personas que no eran militares por medio de sus escritos estimulaban y justificaban a los generales para cambiar la forma de gobierno establecido.
            Se maneja constantemente nacieron dos que lucharían por más de medio siglo para imponer su proyecto, el grupo conservador y el liberal. Así pues en 1822 se forman tres bloques, después de la caída del emperador y el nacimiento de la república se establecerían dos, los centralistas y los federalistas, se menciona que por el federalismo se unieron los republicanos y los iturbidistas, y  por el centralismo los borbonistas.
            Manuel Irizarri y Peralta nació en La Habana, Cuba, en 1776, y de muy pequeño pasó con su familia a México. Hijo de Miguel Irizarri, un Oidor de la Audiencia de México, al morir su padre en 1809,[2] y dejando a una numerosa familia.
            La regencia de la Nueva España le concedió a Manuel la prebenda de Medio Racionero en la Catedral de México, para ayudar a la subsistencia de su familia. Aunque entonces era, según Alamán, “un hombre que aun jugaba con el trompo y el papalote”[3], inició entonces una larga carrera eclesiástica. Estudió en San Juan de Letran y en la Universidad, en donde impartió clases de Filosofía y Teología.
            Irizarri formó parte de la clase política mexicana que había de gobernar a México durante medio siglo, de 1821 a 1857, ésta generación habría de dictar el destino de México como nación independiente.
            Como herederos directos del régimen colonial, y como forjadores de una nueva nación, sus decisiones, no fueron siempre acertadas, pero tampoco contradictorias, todos parecían actuar de acuerdo con su propia lógica, el principal problema al que se vieron enfrentados los políticos de ésta generación fue la situación entre el Estado y la Iglesia, muchos de los antiguos administradores del virreinato, que ocuparon los puestos de gobierno en el México Independiente,  consideraron que la nueva nación, al igual que España tenía el mismo derecho del Patronato Real,[4] sobre la Iglesia, además, en sus discursos, se nota, no eran capaces de concebir un Estado donde la Iglesia fuera independiente de éste y viceversa. 
            Por esta razón, nadie consideraba raro o extraño que los clérigos, formaran parte de las legislaturas estatales o federales, o que se integraran por completo y directamente a los cargos ministeriales de la nación.  
            Manuel Irizarri, coetáneo de Carlos María de Bustamante, de Agustín de Iturbide, de Servando Teresa de Mier, de Joaquín Fernández de Lizardi, de Lucas Alamán entre otros,  ingreso a la vida política del país  en el 23 de julio de 1824 cuando se presentó en el Congreso Constituyente de aquel año, Carlos María de Bustamante dice de él:
Hoy ha tomado posesión de diputado en el Congreso General el Canónigo Irizarri suplente de las fracciones del sur por muerte del Sr. Gutiérrez. Tendremos quien nos predique con almucía, si esta cofradía se hallase en el caso de hacer una fiesta de Iglesia, sin que le cueste nada.[5]
            Su papel como constituyente se limitó a la firma de la Carta Magna representando a la provincia de Puebla.
            Terminada su labor como legislador regresó a su oficio como eclesiástico. Para 1824, la situación de la Iglesia era desastrosa, desde el punto de vista en el que el alto clero era poco numeroso, esta situación mala para la administración de la Iglesia, pero era provechosa para los criollos, que en su mayoría ocupaban provisionalmente los cargos  que se encontraban vacíos, en septiembre de 1826, Irizarri  formaba parte del cabildo metropolitano de la ciudad de México, y como tal firmó una pastoral en contra de la lectura de libros prohibidos.[6] Fue también capellán de la Iglesia Santa Teresa La Antigua y por veinte años fué bibliotecario de la Catedral Metropolitana.
            El 24 de agosto de 1829, como miembro del cabildo de la Catedral refutó la proclama de los expedicionarios españoles en cuanto a que exhortaba a todos los fieles a prestar obediencia al Gobierno y a unirse frente al enemigo, aseguraban que bajo el sistema de la República Federal que adoptaron, ni la religión ni las buenas costumbres eran atacadas. Y recordaron que la Constitución Federal y las de los estados habían establecido que la Religión Católica, sería siempre la del país, sin tolerancia de otra, por lo que nada justificaba que los católicos se aliaran a los invasores,[7] esto nos muestra la unión efectiva y persistente que existía entre el clero y el estado, para un país fuertemente religioso nada era más importante que la opinión que pudieran tener los eclesiásticos y más si está apoyaba el nuevo estatus independiente dice Fernando Pérez Menen:
Ante la invasión española comandada por Barradas, los cabildos eclesiásticos en sedes vacantes, que gobernaban las diócesis por falta de obispos, dieron un testimonio de fidelidad a la emancipación del país.[8] 
            Esta falta de obispos pronto se convertiría en un problema para la administración de la Iglesia en México, debido a la actitud del Papa León XII, que accediendo a las solicitudes de Fernando VII para que las recién independizadas naciones de América, regresaran a su antiguo estado de dominación, prácticamente México se quedó sin obispos, el ultimo de ellos, fue Antonio Joaquín  Pérez Martínez obispo de Puebla,  muerto éste, todas las mitras de México estaban vacantes.
            En 1831 el Papa Gregorio XVI nombró seis obispos para las sedes de México, la Mitra del Arzobispado de México, no fue renovada, puesto que Fonte, se negaba a renunciar. Así que éste arzobispado continuó gobernándose por medio de su cabildo.
            En 1833, Irizarri fue nombrado Secretario de Gobierno del Cabildo, y como tal firmó una Carta Pastoral que recomendaba implorar la clemencia divina contra la epidemia de peste que se espera 1833. [9]
            Un año después ante el peligro que representaban las ideas liberales de Gómez Farias y otros liberales, el clero mexicano, se congratulaba por el decreto del 24 de junio de 1834 que suspendía las leyes de 1833 y 1834 que afectaban los bienes eclesiásticos. Agradecían al presidente Santa Anna que salvara a la iglesia mexicana.[10]
            En 1839, el Arzobispo Fonte fue obligado a renunciar a la a la Mitra de México, y el 23 de diciembre de ese mismo año el Doctor en Cánones, Manuel Posada y Garduño fue preconizado Arzobispo de México. [11] Al año siguiente, Irizarri fue consagrado arzobispo “in paribus” de Cesárea.
            En 1842, fue electo diputado de la Junta de Notables que elaborarían las Bases Orgánicas. [12]
            A la muerte del Arzobispo de México, Manuel Posada y Garduño fué nombrado Vicario Capitular de la Mitra de la ciudad de México, en 1847. Es en este año donde Irizarri entra en un área gris, se duda bastante sobre su actuación y responsabilidad en la conocida rebelión de los Polkos en febrero de 1847, cuando la Invasión Norteamericana se extendía por México.
            ¿Que motivos tenía Irizarri para rebelarse en contra del gobierno de Farias? La sucesión del Arzobispo se encontraba, en ese momento ya en manos del gobierno, pues, Valentín Gómez Farías había obtenido el expediente sobre el ejercicio del Patronato. La muerte del arzobispo Posada, ocasionó largas negociaciones para suplirlo por Irrizari, pues el gobierno estaba interesado en que especialmente fuera nombrado él.
            El origen de este interés radicaba en que dicho arzobispado era económicamente muy poderoso y a esos recursos acudían los gobernantes, en calidad de prestamos forzosos.
            Mientras se decidía su situación como Arzobispo de México, el 11 de enero de 1847, el vicepresidente Valentín Gómez Farías expide una ley, para hacerse llegar de fondos para la campaña contra los Estados Unidos, los afectados por esta ley son las arcas del clero.
            El autor del capitulo que trata sobre la rebelión de los Polkos, nos narra un enfrentamiento existente entre dos grupos que dominan políticamente la capital, los Puros y los Moderados, el ataque de Gómez Farias a los bienes del clero ofrecen una oportunidad para que se trame una rebelión entre los batallones de las Milicias Nacionales afectas a los Moderados. Cuando las tropas mexicanas se baten en Angostura, y llegan las noticias del desembarco de los norteamericanos en Veracruz, Gómez Farías ordena que el Batallón “Independencia” salga de la ciudad rumbo al puerto, el 22 de febrero de 1847, los Batallones de Milicias Cívica,  “Independencia”, “Bravos”, “Victoria”, “Mina” e “Hidalgo”, alentados por la iglesia se rebelan gritando “Mueran los puros”, “muera Gómez Farías”.[13] 
            El clero aprovechó el momento y abrió sus arcas para encender la guerra civil, en los momentos en que el extranjero echaba sus anclas frente a Veracruz. Todo sobraba a los pronunciados, mientras el gobierno el miserable pan y la poca tropa destinada a evitar la catástrofe de Veracruz. A los  once días de tiroteo existían en las arcas de los pronunciados noventa y tres mil pesos, pagados sus exorbitantes gastos.
            El pueblo no tomó parte en el pronunciamiento, ‘indiferente al grito de religión’. Y la escisión entre los rebeldes cunde hasta el grado en que no están de acuerdo sino en quitar a Gómez Farías. ‘La causa religiosa fué hecha a un lado, porque ya no servia para el intento’. El clero anuncia que retirara su apoyo económico a la revuelta si los jefes de ella no se comprometen a derogar las leyes contra sus bienes. [14]
            Ante esta situación, Guillermo Prieto, secretario del General Peña y Barragán, asiste a una entrevista en la casa del obispo en San Cosme: Irizarri “era un hombre pequeño, de tez blanquisima, manos delicadas y conjunto humilde, y un tanto vulgar.”[15]
            Los pronunciados en boca de Guillermo Prieto amenazaron al arzobispo Irizarri con someterse al gobierno si a las doce del día no se les entregan mas fondos, y como les fueran entregados, la revuelta continuó.[16]
            La rebelión es controlada cuando Santa Anna regresa a México, y emprende la marcha al frente en Veracruz, sin embargo la situación del clero seguiría igual porque Santa Anna presionaría para que sufragaran parte del gasto de la guerra.
            El 15 de junio Irizarri firmó una “Exhortación” dirigida a los habitantes de México, donde les dice que “el amor al prójimo que tiene como efecto la unión, a la que considera como la única posibilidad que tiene la patria para salvarse.”
            Irizarri en ese mismo tiempo y merced a su talento y buena política, a pesar de que la ciudad estaba ocupada por las tropas del ejército invasor logró que la iglesia mantuviera sus derechos y fuera respetada. Deben mencionarse los caritativos auxilios que prodigó a los prisioneros mexicanos, cuya libertad consiguió, interponiendo su influjo con el Gral.  Scott.
            Posteriormente hizo a una presentación ante el gobierno, contra un proyecto de ley de Tolerancia de Cultos.
            Respecto al asunto para ser nombrado Arzobispo, el Sr. Luis de la Rosa ministro de relaciones informó, desde Querétaro, el 27 de octubre de ese mismo año (1847), al encargado de negocios del gobierno en Roma Luis Valdivieso, que el Ministerio a su cargo había excitado, el 25 de ese mes, “al Cabildo Metropolitano para que le propusiera una quinteta (de eclesiásticos, que a su criterio reunieran los requisitos para ocupar aquel a cargo) a fin de que el gobierno eligiera (de entre ellos al que a su parecer debería ocuparlo, a fin de hacer ya) la presentación correspondiente al Vaticano, pues aunque la administración anterior ya había remitido ese documento, el Presidente dispuso una nueva propuesta por no haberse cumplido con todos los requisitos en la anterior.”[17]
            Se sucedieron órdenes y contraórdenes del gobierno mexicano a su representante en Roma hasta que el Secretario de Estado del Vaticano informó a la legación mexicana que Su Santidad resolvería cuando dispusiera de ulteriores documentos que le permitieran apreciar mejor a la persona destinada a ocupar una sede de tanto interés.
            Poco a poco se fué sabiendo que el Vaticano había recibido algunos informes poco favorables sobre Irizarri y el Papa, ante la insistencia del representante mexicano, explico su resistencia “con algunas insinuaciones sobre la conducta moral de Irizarri”. [18]
            Este (es decir, el representante del gobierno mexicano)  atribuyo esa actitud de rechazo hacia Irizarri, al hecho de que las autoridades vaticanas lo consideraban demasiado obsequioso con los gobiernos mexicanos.
            El Papa dijo que lo había excluido por su docilidad para el gobierno, pero sobre todo por sus costumbres, tal como había sido informado por el difunto obispo de Puebla, Francisco Pablo Vázquez, quien le había dado “il rapporto pui infelice che si possa legere”.[19]
            El representante mexicano ante el Vaticano escribió a México que todo el negocio lo habían realizado verbal y confidencialmente para que no constatara el desaire al gobierno y el borrón de Irizarri.
            El 18 de abril de 1849, el representante mexicano, Ignacio Valdivieso, informó al Ministerio de Justicia que el Papa se había basado en el informe de Vázquez, porque los otros le parecían tan exagerados que hasta “acusaban a Irizarri de impiedad.” [20]        
            Al morir Irizarri “al parecer por la pena de la resistencia vaticana” [21] pero en realidad, de tifo el 1º de mayo de 1849, había sido aceptada por el Papa su postulación para la Mitra de México, pero  nunca llegó a nombrársele. 

Bibliografía.
Ducumentos. Fondo Lafragua.  
1.   “Empleo”, Diario de México, [México] T. X, num. 1298 [ s. i.] 21 de abril de 1809, p. 460. LAF. 326
2.   Congreso, Bases orgánicas de la República Mexicana, acordadas por la honorable Junta Legislativa establecida conforme a los decretos del día 19 y 23 de diciembre de 1842, y sancionadas por el Supremo Gobierno provisional con arreglo a los mismos decretos del día 12 de junio de 1843. México, Imprenta de J. M. Lara, 1843. XI, 45 p. (LAF 784)
3.   México, Arzobispado, “Copia del edicto que el Ilmo. Presidente y cabildo eclesiástico de la Sta. Iglesia Metropolitana de México, gobernador del arzobispado, dirigió a sus diocesanos el día 28 de junio de 1834”, El Telégrafo. Periódico Oficial del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, (México) T. V., martes 1 de julio de 1834, NUM. 84, p. (716).
4.   México, Arzobispado, El Deán y Cabildo de esta santa Iglesia Metropolitana Gobernador del Arzobispado a sus diocesanos. Querétaro, Reimpresa en la Oficina del ciudadano R. Escandón, 1829. 1 h. LAF. 716.
5.   México, Arzobispado. (Carta Pastoral del Cabildo Metropolitano de México que recomienda implorar la clemencia divina contra la epidemia de peste que se espera). México, Imprenta de Galvan, a cargo de Mariano Arevalo, 1833. 16 p. (LAF. 716).
6.   México, Arzobispado. (Pastoral del Deán y Cabildo Metropolitano gobernador de la Mitra a los fieles de la diócesis recordándoles la prohibición  de lectura de ciertos libros y previniéndoles de tomar parte en conversaciones que ataquen a la iglesia). (s.p.i.) 16 p. (LAF 464)
Bibliografía.
7.    Alcaraz, Ramón, et. al.,  Apuntes para la Historia de la Guerra entre México y los Estados Unidos, 2a ed., México, Contenido, 1975, 204 p.
8.   Carlos María de Bustamante, Diario Histórico de México, T. II, México, INAH, 1981. 251 p.
9.   di Tella, Torcuato S., Política Nacional y Popular en México, 1820-1847, México, FCE, 1994, 237 p.
10.González Navarro, Moisés, Anatomía del poder en México, México, Colegio de México, 1977, 498 p.
11.Gutiérrez Casillas, José, Historia de la Iglesia en México, 3a ed., México, Editorial Porrua, 1993.  657 p.
12.Lucas Alamán, Historia de México, T. III, México, Libros del Bachiller Sanson Carrasco, 1986. 415 p.
13.Muñoz, Rafael R., Santa Anna el Dictador Resplandeciente, 2a reimp., México, FCE,  1987. 277 p.
14.O’Gorman, Edmundo, La supervivencia política Novohispana, reflexiones sobre el monarquismo en México, 2a ed., México, UNAM, 1986.  93 p.
15.Pérez Menen, Fernando, El episcopado y la independencia de México, México, Editorial JUS, 1977, 380 p.
16. Prieto, Guillermo, Memorias de mis tiempos, 2a ed., México, Porrua “sepan cuantos” 481, 1996. 359 p.    
17.Sosa, Francisco, Biografías de mexicanos distinguidos, 3a ed., México, Editorial Porrua “Sepan cuantos” 472, 1998, 665 p.
18.Toro, Alfonso, La Iglesia y el Estado en México, México, Ed. El Caballito, 1975, 493 p.



[1] Edmundo O’Gorman, La supervivencia política Novohispana, reflexiones sobre el monarquismo en México, 2a ed., México, UNAM, 1986.  
[2] “Empleo”, Diario de México, [México] T. X, num. 1298 [ s. i.] 21 de abril de 1809, p. 460. LAF. 326
[3] Lucas Alamán, Historia de México, T. III. p. 50
[4] El “Patronato”, era una institución que tenía la corona Española y que había conseguido del papado, el cual les otorgaba el derecho de regir a la iglesia católica autónomamente, como: elegir a los obispo y arzobispos; decidir que bulas se pueden o no publicar en el país.
[5] Carlos María de Bustamante, Diario Histórico de México, T. II. p.101.
[6] México, Arzobispado. (Pastoral del Deán y Cabildo Metropolitano gobernador de la Mitra a los fieles de la diócesis recordándoles la prohibición  de lectura de ciertos libros y previniéndoles de tomar parte en conversaciones que ataquen a la iglesia). (s.p.i.) 16 p. (LAF 464)
[7] México, Arzobispado, El Deán y Cabildo de esta santa Iglesia Metropolitana Gobernador del Arzobispado a sus diocesanos. Querétaro, Reimpresa en la Oficina del ciudadano R. Escandón, 1829. 1 h. LAF. 716.
[8] Fernando Pérez Menen, El episcopado y la independencia de México, p. 232.
[9] México, Arzobispado. (Carta Pastoral del Cabildo Metropolitano de México que recomienda implorar la clemencia divina contra la epidemia de peste que se espera). México, Imprenta de Galvan, a cargo de Mariano Arevalo, 1833. 16 p. (LAF. 716).
[10] México, Arzobispado, “Copia del edicto que el Ilmo. Presidente y cabildo eclesiástico de la Sta. Iglesia Metropolitana de México, gobernador del arzobispado, dirigió a sus diocesanos el día 28 de junio de 1834”, El Telégrafo. Periódico Oficial del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, (México) T. V., martes 1 de julio de 1834, NUM. 84, p. (716).
[11] Francisco Sosa, Biografías de mexicanos distinguidos, p. 5497 - 500.
[12] Congreso, Bases orgánicas de la República Mexicana, acordadas por la honorable Junta Legislativa establecida conforme a los decretos del día 19 y 23 de diciembre de 1842, y sancionadas por el Supremo Gobierno provisional con arreglo a los mismos decretos del día 12 de junio de 1843. México, Imprenta de J. M. Lara, 1843. XI, 45 p. (LAF 784)
[13]Rafael R. Muñoz, Santa Anna el Dictador Resplandeciente, p. 212.
[14] Ibid, p. 212 - 213.
[15] Guillermo Prieto, Memorias de mis tiempos , p. 254.
[16] Ibid, p. 212 - 213.
[17] Torcuato S. di Tella, Política Nacional y Popular en México, 1820-1847, p. 37.
[18] Moisés González Navarro, Anatomía del Poder en México: p. 93
[19] Ibid, p. 93
[20]Ibid.
[21] Ibid.

No hay comentarios: