miércoles, 15 de septiembre de 2010

Maquiavelo 1. Biografía en tres partes.

Nicolas Maquiavelo.
1. Su Tiempo.
Maquiavelo nació en Florencia en 1469 por lo que le toco ser, lo mismo un hombre del Renacimiento que uno de la transición hacia lo que los historiadores han llamado “la modernidad”.
Se llama Renacimiento a una determinada época innovadora de la cultura, que se sitúa entre los siglos XV y XVI de la era cristiana, caracterizado casi siempre con la formula de “la vuelta a lo clásico”. Es una época donde el hombre se opone o reacciona contra la cultura medieval.
Por otra parte, siempre que se habla de Renacimiento se habla también de Humanismo. Entendemos por humanismo la revisión que se hace de los valores del pasado para ponerlos al servicio de las exigencias espirituales del presente. Es indiscutible que algunos hombres como Dante, Petrarca, y Boccacio, durante el siglo XIV, y muchos Marsilo, Ficino, Giovani Pico de la Mirandola, Erasmo y Montaigne de los dos siglos siguientes, al interesarse en revalorizar las obras del pasado, contribuyeron a crear el clima intelectual para la cultura del Renacimiento.
El Renacimiento es un momento de crisis, donde culminan los conflictos que desde la Edad Media se habían venido acentuando en todos los ordenes: en lo social, en lo político, en lo religioso, en lo artístico y en lo ideológico. Un desajuste entre los antiguos sistemas ya consolidados y las nuevas posibilidades humanas. Del régimen económico feudal, con base en la agricultura y en la posesión de grandes extensiones territoriales pasabase ahora al sistema de producción industrial y al comercio a grandes distancias. La formación y crecimiento de una clase media en los burgos o ciudades ahora irrumpía desequilibrando el sistema de señores y vasallos. La burguesía, como se llama esta nueva clase, se constituyó en uno de los factores más importantes para el desarrollo de la cultura moderna. Además:
En lo político los grandes reinos de Europa: la Inglaterra de Enrique VIII, la Francia de Francisco I y la España de Carlos I, luchaban por la supremacía del dominio de los mares y en el de las nuevas tierras descubiertas, si bien el Sacro Imperio Romano Germánico todavía existía, el ideal de la unidad europea en lo político y en lo religioso estaba ya caduco, Europa se fragmentaba en los intereses particulares de las grandes naciones europeas y de los pequeños estados.
No debe de extrañarnos ante la crisis política y económica siguió la crisis y el cambio religioso, quedando Europa dividida entre católicos y protestantes. La oposición de Martín Lutero consistió esencialmente en una nueva idea acerca de la fe religiosa y de la salvación del hombre. La crisis de Lutero fue una respuesta a la crisis social religiosa de su tiempo. Su idea de que el hombre no puede desligarse del pecado original se afirmaba en su mente a medida que la corrupción moral de su época invadía el orden administrativo de la Iglesia. Su concepto de que dios es quien acude a salvar al hombre solamente hasta que este último tiene plena conciencia de su imposibilidad de salvación, convertía a la fe de Lutero, en una fe que nacía de la desesperación.
También marca el fin de la Edad Media, el desplazamiento del intereses intelectual, tanto en la filosofía como en la ciencia y el arte, donde la intencionalidad estética se sobrepone a la intencionalidad religiosa.
La Italia en que le tocó vivir a Nicolas Maquiavelo era un territorio unificado por su lenguaje y su cultura como herederos que eran del Imperio Romano, pero en donde sin embargo carecía de unidad política, debido a las tradiciones feudales heredadas de la recién terminada Edad Media. El norte de Italia pertenecía al Sacro Imperio Romano Germánico: cuyo monarca momentáneo se consideraba así mismo como heredero del Cesar romano y por lo tanto, pretendía el vasallaje (y los tributos) de todos los señores feudales de su alrededor, y de las ciudades que, al margen de estos, se habían ido formando como territorios libres, el centro de la península itálica sujeto al poder del Papa sin que esto quiera decir que el llamado “sumo Pontífice” lo gobernara todo y por completo pues en multitud de ocasiones, las provincias que lo integraban se rebelarían a su autoridad, consiguiendo temporalmente, su independencia. A estos territorios muchas veces en rebeldía y en los que existían ciudades totalmente libres, como Mantua, Verona o Florencia, que por si misma se consideraba una “república”, por que no obedecía a ningún soberano se les denomino “Estados Papales”, sin que este nombre, por lo que arriba queda dicho, fuera siempre muy exacta, y, finalmente, en el sur de la península se encontraba el reino de Nápoles, el cual, por cuestiones dinasticas estaba siempre en disputa entre los diferentes monarcas que, por múltiples razones -matrimoniales, heredados, deudas , etc...- se consideraba con derecho a poseerlo, agravada esa situación porque, en su propio territorio se había creado -como era lógico y natural- una nobleza local, que aspiraba a ser totalmente autónoma de esos monarcas.
Estaban además, los llamados reinos de -las islas de- Sicilia, Córcega y Cerdeña, que eran también constantemente y de manera recurrente -y lo seguirían siendo después- objeto de conquistas y disputas por parte de cualquiera de las casas reinantes en Europa, además de sus propias revueltas intestinas por la toma del poder local.
Para agravar esa situación de cuasi total anarquía, existían, además, en los extremos oriente y poniente del norte de la península italiana, dos reinos, poderosos y antagónicos entre si, que se habían transformado con el paso del tiempo feudal, en Repúblicas, la de Génova, la de Venecia, ciudades-puerto, que, por si mismas y solas representaban un gran poderío económico-comercial y militar, por sus posiciones estratégicas dominantes en la geopolítica de los mares mediterráneo y Adriático, respectivamente, ya que constituían las puertas del contacto y dominio de todas las naciones europeas y africanas de la cuenca del mediterráneo.
En 1454 al firmarse la Paz de Lodi se estableció un equilibrio en Italia, sobre la base del dominio de cinco estados: la aristocrática república de Venecia; el ducado de Milán, sujeto a la política francesa; la Santa sede, cuyos territorios estaban dominados por varias familias como los Bentivoglio de Bolonia, los Malatesta de Rivini, o los Borgia en el Vaticano; el Reino de Nápoles escenario de la lucha dinastica entre el Reino de Francia y el Reino de Aragón; y la república de Florencia caracterizada por la inestabilidad institucional, fruto de la rivalidad entre los intereses de su aristocracia y de la burguesía mercantil.
En muchas de estas ciudades y regímenes, se hablaban dialectos distintos, lo cual dificultaba lograr la unidad italiana pero al mismo tiempo lo hacia más urgente.
En 1494 este equilibrio fue roto por la invasión francesa realizada por Carlos VIII monarca francés, en pos de la conquista de Milán y el Reino de Nápoles. Desde ese momento Italia quedó supeditada y a merced de dos potencias que se disputaban la supremacía de Europa: Francia y España.
La rivalidad franco- española, provocó la discordia entre príncipes y reyes de Italia, lo que ocasionó una falta de cohesión que se vio reflejada en las alianzas realizadas por ellos, con aquellas nacientes potencias, haciendo a un lado o poniendo en segundo lugar los intereses verdaderamente italianos. Por otro lado; todas aquellas provincias, regímenes, reinos o ducados o repúblicas, se encontraban amenazadas por una posible invasión de los turcos -el Imperio Otomano- cuya religión, musulmana, representaba un verdadero peligro para todos, lo que hacia urgente a los ojos de Maquiavelo, la necesidad de unificar i a toda Italia bajo un solo mando, fuera este, o una monarquía hereditaria o una monarquía nueva, de reciente creación, o una república. La forma de gobierno, para él, le era indistinta o indiferente. Lo importante, era lograr a toda costa y a cualquier precio demanda urgente, esa tan deseada unidad.
Aquella desintegración político, social y económica, de lo que había sido el antiguo Imperio Romano -de occidente- era tan real, que, en su propia ciudad, entendiendo sus ciudadanos la necesidad de fortalecerse internamente, decidieron pues su destino político en las manos de un guía fuerte que los orientara y salvara de ser conquistados por sus enemigos y ese guía fue cuando Maquiavelo era todavía joven, un joven eclesiástico radical, que pregonaba que la tan ansiada unidad no habría de lograrse mientras existiera en aquella sociedad -la suya- y en el resto del país, la inmensa corrupción introducida en la vida política y social, por la iglesia católica y sus pontífices y principales dignatarios.
“Florencia vive a la par y como efecto de estos acontecimientos, la caída de los Médecis y la constitución de una república de signo teocrático e ideológicamente lastrada por una moral de riguroso ascetismo. Su mentor era Girolamo Savonarola.”

Aquel monje exégeta incurrió en tales excesos de penitencia que está república teocrática, apenas subsistió algunos años (cuatro, 1494 - 1498) debido a varios errores como declarar la guerra al Papa, desilusionar a los pobres y aplicar un riguroso ascetismo cristiano. En 1498 Savonarola a quien Maquiavelo en su obra “El Príncipe” llama el “profeta desarmado” fue expulsado del gobierno, instalándose en Florencia una república aristocrática alejada de los Médecis, que subsistió gracias al apoyo francés, que duró hasta 1512. Fue durante este periodo que Maquiavelo sirvió en la administración florentina.
Para su desgracia en ese año, Carlos V de Alemania y I de España, hijo de Felipe “El Hermoso” y de Juana “La Loca”, hija del matrimonio de Isabel y Fernando “los Reyes Católicos” y, por lo tanto, monarca de muchos territorios europeos y con pretensión a otros derrota a los franceses, y toma Milán.
Como consecuencia en Florencia, cuidad y república, regresan los Médecis a gobernar y Maquiavelo verdadero republicano fue retirado del servicio público y reducido al ámbito privado desde donde pudo seguir observando la situación italiana hasta poco antes de su muerte, cuando -como se verá más adelante- fue nuevamente restituido para tomar nuevo ingreso al servicio público de su ciudad y estado.

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