martes, 28 de septiembre de 2010

Consumación de la Independencia de México (a 189 años de la...)

            La Consumación de la Independencia.
A ciento ochenta y nueve años de la independencia de México, es necesario recordar el estudio hecho por Edmundo O´Gormán, en 1967 cuando publicó su libro La supervivencia del pensamiento político novohispano, donde nos recuerda que aún cuando nosotros vivimos en una república durante cincuenta años la monarquía fue uno de las opciones para constituir a nuestra nación, el triunfo de la república y muerte de Maximiliano de Habsburgo en el Cerro de las campanas en Querétaro, asesinó también las aspiraciones monarquistas mexicanas. Para iniciar el estudio del México independiente no se puede pasar por alto que México durante cuatro décadas osciló entre estas dos tendencias, la república y la monarquía.
La oportunidad de la monarquía en México.
Utilizaremos a dos autores para dar una idea de la posibilidad de establecer una monarquía en México. Dice Juan Díaz Cobarrubias, a cincuenta años de ser México independiente:
“México es un país eminentemente republicano por su forma de  gobierno, y sin embargo, tal vez ni en la monarquía más absoluta de Europa, está establecida de una manera más notable la distinción de las clases. Tres son las que predominan. La aristocracia, la clase media y el pueblo. Pues bien cada una de ellas tiene su fisonomía, sus costumbres particulares, nunca se mezclan, por el contrario, están separadas por el odio, y ni la amistad, ni el matrimonio, ni el pensamiento, las han podido unir jamas.”[1] 
Lorenzo de Zavala por su parte dice sobre la monarquía mexicana:
“No había alta nobleza, no había aquella aristocracia que forma como los escalones al trono y le sirven de sostén y apoyó. Las monarquías en Europa se encuentran aclimatadas por la serie de siglos que cuentan, por los hábitos contraidos de veneración y respeto a los nombres históricos de que están llenos los anales de los pueblos cultos, por las relaciones diplomáticas, por las ceremonias y empleados de palacio, por los edificios mismos en que habitan los reyes. ¿Que debe parecer en las Américas una familia real que necesita comenzar, para tener algún prestigio, creando estos adminículos, que si existen en el día es solamente por su antigüedad y que sería ridículo pensar en hacerlos nacer en tiempos como los nuestros?.”[2]
Como ya hemos observado, la situación en el Imperio Mexicano es contradictoria, por un lado existe una población que se mantiene dividida como en una monarquía y otra en donde hacen falta los elementos suficientes para establecerla.
La lucha por la emancipación de España tampoco fue siempre coherente, Hidalgo hacia la guerra a los gachupines, y no al rey de España, Rayón, y la Junta de Zitacuaro se consideraban como una más de las Juntas españolas de la península, defendían los derechos del Rey en esta tierra, con la aparición de Morelos y todos los oficiales e intelectuales que le acompañaban, la independencia tomó un nuevo rumbo, y la separación de la colonia y la metrópoli se asentó como una pieza fundamental de la lucha de Morelos, sacrificado este último,  y reducida la insurgencia a algunas partidas de Guerrero en el sur del país y a Guadalupe Victoria en Veracruz, el ejército novohispano, tomó su lugar y consumó la Independencia. Fue una constante dentro del movimiento de Independencia en México el hecho de que sus líderes quisieron crear una junta representativa; que les diera legitimidad, organización o dirección. Continuamente todos los jefes insurgentes obedecieron a una junta o trataron de crearla. Al llegar al punto donde la resistencia al enemigo se convirtió en un problema de supervivencia, las juntas simplemente desaparecieron, sin embargo para ese momento las condiciones existentes en España cambiaron y la Nueva España  vio por fin la Independencia y la clase dominante un sitio donde podía ser representada.
Después de la proclamación de la Constitución en 1820, gran parte de la sociedad de la Nueva España se encontraba descontenta pues veía que sus privilegios se encontraban con riesgo de desaparecer, la conspiración parece haberse iniciado en el aposento de Matías de Monteagudo en el Oratorio de San Felipe Neri.  En estas reuniones se había llegado al acuerdo de que sería necesario, que el virrey no proclamara la constitución argumentando que el rey no se encontraba en libertad y que de momento se gobernara según las Leyes de Indias. Este plan se vio frustrado al proclamar el virrey precipitadamente la constitución, aun así  gracias a la intervención de Monseñor Matías de Monteagudo, se comisionó a Iturbide para que se encargara del ejército que combatía a Vicente Guerrero y a Pedro Ascencio en el sur, su primer intento de derrotarlos  militarmente fracasó, así que decidió terminar la guerra de un modo parlamentario.
Para los mexicanos que vivieron el proceso de la consumación de la Independencia, el Plan de Iguala se interpretaba como la:

Independencia, y esta era la primera base del documento (...) era necesario consagrar un articulo que, como fundamental explicase las intenciones del nuevo caudillo y echo mano de la palabra unión, para expresarla que debía haberla entre criollos y españoles, considerados como ciudadanos y con los mismos derechos, por la influencia del clero se adopto como tercera garantía la religión, el Plan de Iguala conciliaba todos los intereses y eregia a la Nueva España al rango de una nación independiente, que era el fin que todos perseguían deteniendo las pretensiones particulares de república o monarquía.[3] 

El Plan de Iguala en su contenido como indica Lorenzo de Zavala, cubría desde un ángulo idealista la imagen conciliatoria y pacifica del movimiento de independencia.
Los artículos del plan trataron de reunir,  bajo estos artículos:

La religión que profesará el imperio mexicano será el credo católico sin tolerancia; establece la independencia absoluta; instituye el gobierno monárquico templado por una constitución, se invitaba a la dinastía borbónica a reinar en la Nueva España; habrá una junta llamada gubernativa mientras se reúnen las Cortes; existirá una Regencia que gobernara interinamente en lugar de Fernando VII; las Cortes luego que se reúnan trabajaran en la constitución del Imperio Mexicano; se conservan los fueros y propiedades del clero; y por ultimo:

Como las Cortes que van a instalarse han de ser constituyentes se hace necesario que reciban los diputados los poderes bastantes para el efecto y como a mayor abundamiento es de mucha importancia que los electores sepan que sus representantes han de ser para el congreso de México y no de Madrid, la Junta prescribirá las reglas justas para las elecciones y señalara el tiempo necesario para ellas y para la apertura del Congreso.[4]  

El 30 de julio de 1821,  Iturbide recibió la noticia de la llegada del nuevo virrey de la Nueva España, Don Juan de O’Donojú, al puerto de Veracruz, quién anunció su llegada con una proclama en la cual:
protestaba la liberalidad de sus principios y la rectitud de sus intenciones, y pintando lo critico de las circunstancias de que dependería la suerte futura del país, pedía que se le oyese y se esperase la resolución de las cortes que iban a conceder la representación soberana que se pretendía.[5] 
Iturbide, resolvió parlamentar con el virrey, dado que la situación estaba a favor de los rebeldes  quienes tenían en su poder las ciudades importantes de la Nueva España, con excepción de Acapulco y la ciudad de México.
Para septiembre  de 1821, se resolvieron los cambios de poder entre Francisco Novella y Juan O’Donoju, y este último había firmado unos días antes el 24 de agosto de 1821 un tratado con Iturbide en la Villa de Córdoba,  donde ratificó el Plan de Iguala, con una modificación, en cuanto al aspirante al trono del Imperio Mexicano, en el Plan de Iguala, se especificaba que el candidato al trono debía ser “Fernando VII y en sus casos los miembros de su dinastía o de otra reinante”[6], en los Tratados de Córdoba, sí bien la invitación a ocupar el trono del imperio a la dinastía española continuaba, en caso de no aceptar la corona, dejaba a las Cortes mexicanas el derecho de elegir al emperador.  Además estableció que la Junta que debía reunirse con la obligación de lanzar la convocatoria para que se reunieran las Cortes Mexicanas se había de designar Junta Provisional de Gobierno, la cual provisionalmente ejercería el poder legislativo,  y nombraría una Regencia  en la cual residiría el poder ejecutivo y gobernaría en ausencia del monarca.[7]
Para la mayoría de los mexicanos este acuerdo (Los Tratados de Córdoba) constituyo el reconocimiento español de jure de la Independencia en lo que se denominaba el ‘imperio mexicano’.  El tratado era importante para ellos, primordialmente aclaraba la legitimidad de un hecho consumado: la separación de España que se había alcanzado en el levantamiento casi incruento de Iturbide en 1821, y nada, a no ser una invasión española a gran escala para restaurar el poder de la corona, alteraría ese hecho.[8]
El 27 de septiembre de 1821 entraba en la Ciudad de México el Ejercito Trigarante, Iturbide reunió el 22 del mismo mes en Tacubaya en cumplimiento al Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba a la Junta Provisional Gubernativa, asamblea de notables, como: el Obispo de Puebla, José María Fagoaga, Juan José Espinosa de los Monteros, Francisco Sánchez de Tagle entre otros que tenían la obligación de suplir al poder legislativo, en tanto se reunía el Congreso y preparar la convocatoria para el mismo.  
La Junta Provisional Gubernativa representó en México a un organismo que se encuentra entre el Viejo Régimen y el Régimen Moderno. Mezcla de ideas liberales, hombres reformistas, intereses de los miembros de las clases dominantes y la rivalidad entre la capital y las provincias. Su objetivo principal era la redacción de la convocatoria para el primer congreso constituyente después de obtenida la Independencia y que daría como resultado unas elecciones que no complacerían a nadie, ni a la ciudad ni a su periferia. Alperovich comenta que la Junta fue un órgano títere de Iturbide, pero podemos observar que este aparato, representante de tantos grupos que controlaban y manejaban la vida política y económica de la nueva nación no todos eran serviles a Iturbide, sí los había, pero había otros que eran personas tan importantes como Iturbide pero que este gracias a su fuerza dentro del ejercito tenía la preeminencia sobre ellos, así que no podemos decir que la junta era un títere de Iturbide ni al revés, cada uno de los grupos que al final habían logrado la independencia tardarían algunos años más en acomodarse dentro de una nueva dinámica en la cual los había puesto su estatus de independientes. Las discusiones dentro de la Junta en los diversos problemas planteados a esta:  como la Bandera y sellos del Imperio, hasta la Hacienda publica demostraron contradicciones, el estudio de la situación y las discusiones de la Junta nos documentan en nuestras observaciones y conclusiones, la Junta como un órgano representante de la elite novohispana se encontraba limitado por su origen, al no poder dar a los habitantes del imperio un congreso que en realidad los representara.
El 17 de noviembre por decreto[9] se publicó la Convocatoria a Cortes. En la cual se concedía el voto a todos los mayores de 18 años de todas las clases y castas, incluyendo a los extranjeros, los cuales deberían estar casados con mexicanas y poseer bienes raíces. Podrían ser elegidos los que tuvieran buena fama, afecto a la independencia y que hayan servido a su causa. Exigía se eligiesen por cada provincia 3 diputados los cuales forzosamente se clasificarían como Eclesiástico, militar y letrado. La  Provincia de México tendría además un representante por un titulo,  un minero y un mayorazgo. Guadalajara un comerciante, Veracruz un comerciante, Puebla un artesano, Nueva Vizcaya (Durango)  un Labrador, San Luis Potosí un empleado,  Mérida Yucatán un empleado, y Guanajuato un minero.
La convocatoria nos muestra la contradicción de la sociedad mexicana, de pertenecer al viejo régimen o al nuevo, principalmente enseña que la elite novohispana quería tener una representación donde sus intereses fueran legalmente sancionados, por la  fuerza del centro se pasó por alto lo obvio, el país entraba en un nuevo orden, tanto administrativo como político en el cual las nuevas condiciones pedían la creación de un congreso no estamentario, donde lo mejor era la elección directa, porque al crear un congreso estamentario las contradicciones entre diferentes corporaciones resultarían nocivas para el régimen (pero al mismo tiempo parecían necesarias ya que los consumadores de la independencia eran pues los miembros del ejercito, del clero y de las autoridades administrativas que obtaron por quedarse en el Imperio Mexicano) las elecciones indirectas perjudicaron los intereses de las clases dominantes en la capital porque al llegar el proceso a los ayuntamientos, estos favorecieron a quienes en realidad creían eran sus representantes, dando como resultado que en el congreso varios individuos fueran insurgentes o simpatizantes de la insurgencia, como Pablo Anaya, José María Abarca o Guadalupe Victoria. 
El 24 de febrero por la mañana, se cerraron las principales calles de la ciudad de México, días antes se había designado el templo de San Pedro y San Pablo como el edificio donde trabajaría el congreso, los diputados se reunieron en la Catedral donde se oficio una misa a la cual asistieron las principales corporaciones de la ciudad. Iturbide se presentó al Congreso y pronuncio un discurso. Se presentaron los diputados a rendir su juramento en la Catedral Metropolitana, debían defender la religión católica y no tolerar otra, defender la independencia, formar la constitución bajo las bases fundamentales del Plan de Iguala y Tratado de Córdoba.[10]  Al  regresar al Templo de San Pedro y San Pablo, Iturbide leyó un discurso en el cual se congratulaba por la instalación del Congreso y decía que dejaba en manos de él la felicidad de la patria. Lucas Alaman refiere que al retirarse Iturbide mencionó que debía cumplirse el articulo 20 º de la convocatoria del Congreso, en la cual el Congreso debía dividirse en dos cámaras con igual número de diputados cada una.[11] Al retiarse Iturbide,  el Congreso inició su primera sesión. La elección del presidente recayó en Hipólito Odoardo,  fiscal de la Audiencia. Debido a su experiencia parlamentaria inmediatamente dominaron aquellos que habían pertenecido a la Junta Provisional Gubernativa entre ellos José María Fagoaga, Hipólito Odoardo y Sánchez de Tagle, imponiendo la dinámica del Congreso, como lo fue el reglamento interior y los siguientes puntos ( leídos por Hipólito Odoardo):
1.    ¿Si se declaraba instalado legítimamente el soberano Congreso constituyente Mexicano?
2.    ¿Si la soberanía reside esencialmente en la nación mexicana?
3.    ¿Si la religión católica, apostólica, romana, con exclusión e intolerancia de cualquier otra sería la única del estado?
4.    ¿Si se adopta para el gobierno de la nación mexicana la monarquía moderada constitucional?
5.    ¿Si se denominará esta monarquía Imperio mexicano, bajo la forma que establezca  la constitución que adopte la nación en su Congreso constituyente?
6.    ¿Si se reconocían los llamamientos al trono de los príncipes de la casa de Borbon, conforme al tratado de agosto de 1821 hecho en la villa de Córdoba?[12]
Inmediatamente por propuesta de José María Fagoaga se declaró que la soberanía nacional residía en  el Congreso constituyente, y  fue aprobada, aunque se estableció que
 “no conviniendo que estén reunidos los tres poderes, se reserva el ejercicio del poder legislativo en toda su extensión, delegando interinamente el poder ejecutivo en las personas que componen la actual Regencia, y el judiciario en los tribunales que actualmente existen o que se nombrasen...”[13]    
También se declaro la igualdad de derechos civiles en todos los habitantes libres del imperio sea cual fuere su origen.[14]
Las Bases Constitucionales, presentan un sin número de contradicciones que demuestran la incapacidad de los mexicanos para coordinar a una comunidad con un fin especifico, por que suponían demasiado: suponían que la dinastía borbónica aceptaría gobernar al Imperio Mexicano, esta base tenía por sustento considerar que una monarquía sólo era legitima si era heredada, pero no tomaba en cuanta, que los monarcas españoles sólo eran eso, monarcas de España, y no monarcas de una colonia. Suponían también un territorio, que hasta ese momento había respondido al aparato jurídico y administrativo  de España y no de una nación nueva como era el caso del Imperio Mexicano, el cual demostraría rápidamente su tendencia a regionalizarse.
Las bases eran contradictorias, puesto que al tener el poder de ser constituyentes, estaban determinadas a cumplir obligatoriamente con los puntos impuestos por el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba sin poder elegir otras soluciones.
Estas dudas dividieron al congreso entres partidos, la organización de los bloques se comenzaron a notar desde el inicio de las sesiones, uno de estos eran los borbonistas que habían pertenecido a la antigua administración virreinal y tenían como líder a José María Fagoaga; el partido de los iturbidistas, se determinaba porque sus miembros pertenecían al ejército Trigarante o al clero y eran en su mayoría miembros de la diputación de Guadalajara, los diputados que pertenecían a este partido no tenían, con pocas excepciones, la capacidad del otro; y como la tendencia de aquel era aparentemente la libertad y la de este a restricciones que exigía al poder ejecutivo, tenía el primero más simpatías, y daba un campo más vasto a desplegar doctrinas en la tribuna; [15] y el partido de los republicanos.
Como representantes del pueblo, y como oligarquía el congreso mexicano se encontró  en la indisponibilidad de ejercer verdaderamente la lucha por sus intereses y aunque relativamente el proceso de constitucionalizacion es demasiado optimista, demostraba la soberbia que sentían los mexicanos por su destino, insertado entre las naciones cultas de Europa.
La existencia del congreso, llenó de ánimos a la nación mexicana, el optimismo y la esperanza se albergaban en los corazones de la gente, pero no era lo mismo desear ser independientes a serlo realmente, la independencia tanto en las naciones como en los individuos, se demuestra en el plano económico, y el Imperio Mexicano, no tenía desde el primer día de su creación dinero para funcionar holgadamente, un gran ejército, y un gran número de empleados del gobierno chupaban el erario publico, los soldados morían de hambre y el comercio estaba paralizado, por que los españoles retenían la Isla de San Juan de Ulúa, y los barcos españoles que acostumbraban el comercio con México eran considerados hostiles.
El estado por tanto estaba obligado a pedir prestamos forzosos a las clases más pudientes del país, el cual empezaron a abandonar. El congreso, siempre enemigo de Iturbide le hacia la guerra al escasearle los recursos, se oponían a los prestamos y era evidente que se protegía a ultranza la propiedad privada, los mexicanos eran independientes pero no querían pagar su independencia.
En estas condiciones, Iturbide preparó su ascenso al trono, la noche del 19 de mayo de 1822, el ejército, y la plebe de la ciudad de México proclamaron a Iturbide emperador, el congreso mexicano acobardado aprobó esta proclamación, sólo algunos diputados que habían sido en su mayoría insurgentes se opusieron a este  acto, el cual fue sancionado.
En estas condiciones llegaron a México, algunos mexicanos importantes, como José María Michelena, fray Servando Teresa de Mier y Miguel Ramos Arizpe, líderes de la masonería, que ya estaba instalada en México, fue por medio de las logias que se inició una lucha más sistemática contra Iturbide, Teresa de Mier, como republicano inició en compañía de algunos oficiales del Regimiento Nº 11 de Caballería una conspiración para aprehender a Iturbide,  desterrarlo, e instalar la república en México, esta conspiración fue descubierta, e Iturbide aprovecho la ocasión para encarcelar a todos aquellos que consideraba sus enemigos, entre ellos estaban sus opositores borbonistas como Fagoaga, Tagle, y Horbergozo, así como algunos  republicanos como el salvadoreño Juan de Dios Mayorga y Carlos María de Bustamante.
La prisión de los diputados sólo incomodo a un comandante de un lejano punto del imperio, a Felipe Refugio de la Garza, comandante de la ciudad de Bejar en Texas, sin embargo este general pronto fue convencido para que depusiera las armas y se indultara.
La acción que causó la caída de Iturbide, fue la expropiación de un millón de pesos que pertenecían a los comerciantes españoles y que se encontraban en Jalapa, ya unos días antes, el general Antonio López de Santa Anna, gobernador del puerto de Veracruz se había rebelado contra el gobierno porque había sido destituido de su mando, la expropiación del millón, incomodo a los comerciantes españoles que actuaron a través de la masonería para obligar al general José Antonio Echevarrí a rebelarse en contra del emperador. Acción que verifico en Veracruz, con el llamado Plan de Casa Mata.
La fuerza de Iturbide descansaba en el ejército, y como este se le rebelaba solicitando la creación de un congreso, por que el anterior había sido disuelto, ordenó para evitar el derramamiento de sangre  que se reinstalara el anterior, humillado el emperador abdicó a la corona, resultando que el congreso al cual había considerado su enemigo y había atacado tantas veces se desquitó con verdadera saña, aparte de desterrar a Iturbide, declaro nula su coronación, y su abdicación, y finalmente lo declaró traidor a la patria y fuera de la ley.
Al disolver al congreso Iturbide inició la era en que el ejército, como Bustamante apropiadamente ha dicho:
Desde aquella fecha has obedecido ciegamente la voz de cualquier caudillo, que con cualquier pretexto, te ha guiado a derrocar gobiernos, a disolver congresos, a cambiar personas, a trastornar las cosas, a contrariar las leyes, a sofocar la opinión y a ser en fin el único aprovechado del botín de las revoluciones, sin dar jamas cuentas a la nación de lo recibido y lo gastado.  [16]
David Cortes Mosqueda, El Primer Congreso Constituyente de 1822, Tesis de Licenciatura, UAM, Mexico, 2000.

[1] Juan Díaz Cobarrubias, El diablo en México. : p. 168.
[2] Lorenzo de Zavala, Paginas escogidas: p. 58.
[3] Lorenzo de Zavala, Op cit.: 88 - 89.
[4] Proclama de Don Agustín de Iturbide lanzada en Iguala el 24 de febrero de 1821. En Ernesto de  la Torre  Villar, Historia documental... T.II: 145 - 148.
[5] Alamán, op cit.: vol. 5.: 159.
[6]  Proclama de Don Agustín de Iturbide lanzada en Iguala... Ernesto de la Torre, op cit. T.II.: 145 - 148.
[7] Tratados celebrados en la Villa de Córdoba el 24 de agosto de 1821, entre los generales... en Ernesto de la Torre, op cit. T. II.: 151 - 154.
[8] Timothy E. Anna, op cit.: 13 - 14. 
[9] Junta Provisional Gubernativa. (Decreto del 17 de noviembre de 1821 sobre elecciones de los diputados al Congreso). Noticioso General, México, T. VIII, miércoles 28 de noviembre de 1821, num. 143, p. 1 - 4. LAF 395.
[10] actas: 1- 2
[11] Actas constitucionales. T. II, vol. 1: 2 - 5. Y Lucas Alaman, Historia de México: Vol. 5.: p. 286.
[12] Actas constitucionales, T. II. Vol. 1: 8
[13] Actas constitucionales: T.II. vol. 1: 8
[14] actas constitucionales. T. II. Vol. 1: 9
[15] Zavala: 108.
[16] Carlos María de Bustamante, El nuevo Bernal Díaz del Castillo, o sea, la historia de la invasión de los angloamericanos en México: 400.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Maquiavelo 2. Biografía en tres partes.

2. Su Vida.
Nicolas Maquiavelo nació el 3 de mayo de 1469 -13 años después del fin oficial de la Edad Media-, en el seno de una familia de pequeños propietarios y letrados. Poco se sabe de sus primeros años de juventud, pero podemos decir que su educación influenciada por la vida y obra de su abuelo, que había sido Magistrado y notario de su misma ciudad de Florencia, fue puramente humanista, aumentada esta tendencia por el hecho de que gracias a la caída de Constantinopla en manos de los turcos en el año 1456, una oleada de refugiados bizantinos llevó de regreso a Occidente sus tradiciones grecolatinas. Ese momento crucial para el nacimiento de la Edad Moderna, conocido como Renacimiento fué el crisol donde se fraguó la personalidad de Nicolo Maquiavelli contemporáneo de personajes que representaron ese cambio en la cultura, fieles representantes del momento, que cuestionaron el mundo feudal y católico, creando nuevos horizontes para el desarrollo de la humanidad, cómo los artistas Leonardo Da Vinci, multidiciplinario autor de la Gioconda y la Ultima Cena; de Miguel Angel Bounarroti, autor de la escultura llamada “La Piedad”, de las pinturas en los frescos dela Capilla Sixtina o creador de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, de Boticelli y otros así como de Fernando el Católico, rey de Aragón, de quien se dice que es el Príncipe imaginado por Maquiavelo, por sus tortuosidades políticas que parecen confirmarlo:
“Hasta hay quien asegura que sirvió de modelo al florentino, o por lo menos lo disputa, y no sin cierto éxito, este privilegio a Luis XI y a Cesar de Borgia, paradigmas de cauteloso y ambicioso maquiavelismo”.

Así como también de Felipe de Francia y los príncipes Cesar Borgia (hijo del Papa Alejandro VI ) y Lorenzo “el Magnifico” Médecis, gobernantes de Italia.
Fue también contemporáneo del “Gran Capitán”, Gonzalo González, audaz militar español, que, al servicio de Fernando conquisto para este el Reino de Nápoles, y que, y que en un rasgo de nobleza, de genio o de inocencia, regresó al monarca derrotado, Fernando (de Nápoles) con la obligación de este a rendir pleitesía al marido -ya viudo- de Isabel de Castilla, lo cual hizo exclamar al abuelo de Carlos V, al conocer aquella magnánima decisión: “Otra victoria como esta y quedo arruinado para siempre”.
En el ámbito religioso convivió con personajes como Martín Lutero, fraile agustino que ocasiono el más grande cisma de la Iglesia cristiana; de Erasmo de Rotterdam -a quien llegó a tratar, parcialmente; quienes habían de ser los personajes prototipos del nacimiento de la “modernidad”, del Papa Alejandro VI, padre físico de los conocidos Cesar y Lucrecia de Borgia, el primero ambicioso príncipe que no dudaba en traicionar para acabar con sus enemigos y que en un momento de la historia de Italia parecía ser el indicado para unificarla., suceso que no se verifico debido a la muerte del Papa y de Cristóbal Colon y de Hernan Cortes, por nombrar tan solo a unos cuantos de quienes dieron vida y relieve a aquella etapa que a Maquiavelo le tocó vivir.
Y todos esos personajes -cuando menos- deben ser tomados en cuenta para entender y explicar, la vida, obra y pensamiento de Nicolas Maquiavelo, si es que se desea entenderlo de verdad y no quedarse, solamente, con una lectura superficial de su obra más conocida -el Principe- pues precisamente a la caída de Savonarola el año de 1498, que Maquiavelo paso a formar parte de la república de Florencia, como secretario de la Segunda Cancillería, de aquella república dependencia que hoy equivaldría a un ministerio de relaciones exteriores. Tenía entonces, veintidós años cuando realizo su primera embajada en Romaña ante Catalina Sforza, donde aprendió a no ser cautivado por la belleza femenina; después, fué enviado a Francia para solicitar protección para la República y ahí conoce las desventajas de depender de un ejército mercenario, pues el grupo franco-suizo que había contratado Luca degli Albizzini, delegado de Florencia se amotina e intenta asesinarlo.
Más tarde conoce a Cesar Borgia de quien observa y aprende, los métodos que utilizaba para acabar con sus enemigos, como lo describe en su capitulo De como el duque Valentino dispuso la muerte de Vitellozo Vitelli, Oliverio de Fermo, el Señor Pablo y El duque de Orsini, en el cual nos narra la traición de la cual se valió para acabar con aquellos que le impedían conquistar el centro de Italia, objetivo que no pudo avanzar hasta sus ultimas consecuencias, que rea la unificación de todos los reinos, provincias y repúblicas y ciudades de Italia, bajo un solo mando, por la repentina muerte del Papa Alejandro VI, -envenenado junto con su hijo- lo que obligó a que las fuerzas políticas de Italia volvieran a reconfigurarse, con lo cual entre los años de 1502 y 1506, Nicolas Maquiavelo asume las funciones de reclutador y organizador militar, de la ciudad de Florencia dándose cuenta de la importancia de tener un ejército propio y no mercenario.
Durante seis años de guerra, Florencia trató de no ser sometida, ni por Francia ni por España, pero sus autoridades y sus ciudadanos partidarios de la república no contaron con el deseo de sus antiguos señores, los Médecis, quienes, aliados tanto a Francia como a España se acercaron poco a poco a su ciudad. Y así en el año de 1512 regresan apoderándose del mando, no sin sacrificar violentamente a quienes se les habían opuesto Maquiavelo a punto de caer con sus amigos logra salvar la vida gracias a la intervención de Guiliano Guicasdini, famoso historiador y amigo suyo, quien gozaba de la consideración de los Médecis de quien fue consejero, pero quien no logra rescatarlo para el servicio publico, así que pierde su empleo y recibe ordenes de no abandonar Florencia. Poco después es acusado de conspirador y es torturado.
Durante ese retiro que va a durar diez años Maquiavelo escribe sus mejores y más conocidas obras como fueron Discursos a la Primera década de Tito Livio y El Príncipe pequeño opúsculo escrito casi al desaire por él, en el cuál, más que reflejar sus verdaderas ideas, lo que Maquiavelo trataba, era de conseguir trabajo.
Una “chamba” en la que el antiguo secretario -del ayuntamiento- florentino se propuso conseguir y así lo dice sin recato y sin embagues en su prologo, al escribir “El Principe”, obra en la cual sustituye a su principal personaje político, Fernando de Aragón, “el Católico”, por el hijo del Papa, Cesar Borgia, y que ha pasado a la posteridad como su trabajo más famoso y casi el único conocido, a pesar de haber sido un escritor prolífico, que, además de las arriba señaladas escribió una interesantisima “Historia de Florencia” un tratado militar denominado “El arte de la guerra” y una comedia jocosa de critica social “La Mandragora” así como cartas y escritos diversos en donde da a conocer su verdadero pensamiento con respecto a las instituciones que le tocó vivir y a los personajes de su tiempo
En su vida privada Maquiavelo era un hombre honesto, buen ciudadano y excelente padre, quien se entrega a quehaceres como talar bosques o pasar las tardes en una taberna en compañía de tahúres y beodos. Desde luego, ni era un santo, ni dejo de tener problemas en su familia, su esposa, mujer honesta, no dejó de molestarlo cuando el perdió su empleo y en su casa, por falta de ingreso suficiente, comenzaron a faltar las comodidades. Situación recurrente -como la mayor parte de los intelectuales- a lo que hace constantes referencias en sus Cartas a sus amigos más cercanos. Sus hijos, como sucede también muy constantemente -desde Socrates a Platon- a los hombres cultos, fueron mediocres de los cuales solo se recuerda su nombre por que el los menciona.
Desde luego, ante esa situación Nicolas no pudo dejar de refugiarse en aventuras sexuales y emocionales, circunstanciales o de corta duración, como haría cualquier hombre normal y él lo era.
Los diez años que duró sin tener empleose vio obligado a recluirse en una pequeña casa de campo no muy lejos de Florencia, a donde se había prohibido ir sin autorización de los nuevos funcionarios, y por lo tanto, sus compañeros de charlas y diversiones lo fueron siendo campesinos con los cuales acostumbraba jugar a los naipes a los dados “hasta encanallarse”- según el mismo lo dice -es decir apuesta. Mismos compañeros con los que se emborrachaba- producto de su soledad -hasta que, llegada la tarde, después de dormir su siesta, se levantaba para bañarse y acicalarse, para pasar la noche en compañía de sus verdaderos, permanentes y más grandes amigos: los personajes de los libros o sus autores. Socrates, Platon, Aristóteles, Ciceron, Dante, Seneca, Petrarca, por nombrar algunos de sus amigos, que nunca dejaron de asistir a esas citas, y bien que sirvieron.
Es en esta época cuando después de escribir El Príncipe, alguien le reprocha haber enseñado a los déspotas el arte de conquistar el poder, a lo que este responde que también había enseñado a los pueblos como se derroca a los dictadores.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Biografía de un obispo obsequiso


Manuel Irizarri y Peralta.
Un obispo “obsequioso ante el gobierno mexicano”.
            Éste ensayo esta dedicado a esbozar una idea que nació desde el momento en que inicie la redacción de mi tesis de licenciatura, cuando me percate que la clase política mexicana del siglo XIX se dividía en dos generaciones, la primera que gobernó al país desde 1821 hasta 1856 y una segunda que se extendería desde 1857 hasta 1910.
            Prácticamente, la primera generación se inicia en la política, con la instalación del Primer Congreso Constituyente de 1822 y termina con la muerte de Lucas Alamán en 1853.  
            La biografía de Manuel Irizarri y Peralta, se encuentra unida a los acontecimientos históricos del país, Irizarri, poco estudiado por los historiadores, es una muestra de los vaivenes políticos en estos años de la vida independiente de México.
            Siguiendo con el curso que tendría este esbozo de ideas, y continuando con el trabajo de Edmundo O’Gorman, sobre la Supervivencia Política Novohispana,[1] que realiza un seguimiento de las ideas políticas de los gobernantes mexicanos durante setenta años, tengo la idea que después de la muerte de Lucas Alamán en el 53, la Inteligencia del conservadurismo mexicano había muerto.
            Cuando realizaba la catalogación de las fuentes utilizadas por Carlos María de Bustamante en su obra Continuación del Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana, el interés por estudiar el siglo XIX  mexicano me pareció que era necesario porque nos ayuda a comprender nuestro presente en su problemática; por es útil definir la forma de gobierno que los mexicanos deseaban en los primeros años de su independencia, y porque nos ayuda a comprender la problemática actual.
            En mi trabajo de catalogación noté las variaciones que sufría el país en sus primeros años como nación independiente, como en un momento dominaba el centralismo, como en otro lo hacía el federalismo. Aparentemente todo parecía ser obra de algunos militares ambiciosos que controlaban el país indiscriminadamente, pero algunas personas que no eran militares por medio de sus escritos estimulaban y justificaban a los generales para cambiar la forma de gobierno establecido.
            Se maneja constantemente nacieron dos que lucharían por más de medio siglo para imponer su proyecto, el grupo conservador y el liberal. Así pues en 1822 se forman tres bloques, después de la caída del emperador y el nacimiento de la república se establecerían dos, los centralistas y los federalistas, se menciona que por el federalismo se unieron los republicanos y los iturbidistas, y  por el centralismo los borbonistas.
            Manuel Irizarri y Peralta nació en La Habana, Cuba, en 1776, y de muy pequeño pasó con su familia a México. Hijo de Miguel Irizarri, un Oidor de la Audiencia de México, al morir su padre en 1809,[2] y dejando a una numerosa familia.
            La regencia de la Nueva España le concedió a Manuel la prebenda de Medio Racionero en la Catedral de México, para ayudar a la subsistencia de su familia. Aunque entonces era, según Alamán, “un hombre que aun jugaba con el trompo y el papalote”[3], inició entonces una larga carrera eclesiástica. Estudió en San Juan de Letran y en la Universidad, en donde impartió clases de Filosofía y Teología.
            Irizarri formó parte de la clase política mexicana que había de gobernar a México durante medio siglo, de 1821 a 1857, ésta generación habría de dictar el destino de México como nación independiente.
            Como herederos directos del régimen colonial, y como forjadores de una nueva nación, sus decisiones, no fueron siempre acertadas, pero tampoco contradictorias, todos parecían actuar de acuerdo con su propia lógica, el principal problema al que se vieron enfrentados los políticos de ésta generación fue la situación entre el Estado y la Iglesia, muchos de los antiguos administradores del virreinato, que ocuparon los puestos de gobierno en el México Independiente,  consideraron que la nueva nación, al igual que España tenía el mismo derecho del Patronato Real,[4] sobre la Iglesia, además, en sus discursos, se nota, no eran capaces de concebir un Estado donde la Iglesia fuera independiente de éste y viceversa. 
            Por esta razón, nadie consideraba raro o extraño que los clérigos, formaran parte de las legislaturas estatales o federales, o que se integraran por completo y directamente a los cargos ministeriales de la nación.  
            Manuel Irizarri, coetáneo de Carlos María de Bustamante, de Agustín de Iturbide, de Servando Teresa de Mier, de Joaquín Fernández de Lizardi, de Lucas Alamán entre otros,  ingreso a la vida política del país  en el 23 de julio de 1824 cuando se presentó en el Congreso Constituyente de aquel año, Carlos María de Bustamante dice de él:
Hoy ha tomado posesión de diputado en el Congreso General el Canónigo Irizarri suplente de las fracciones del sur por muerte del Sr. Gutiérrez. Tendremos quien nos predique con almucía, si esta cofradía se hallase en el caso de hacer una fiesta de Iglesia, sin que le cueste nada.[5]
            Su papel como constituyente se limitó a la firma de la Carta Magna representando a la provincia de Puebla.
            Terminada su labor como legislador regresó a su oficio como eclesiástico. Para 1824, la situación de la Iglesia era desastrosa, desde el punto de vista en el que el alto clero era poco numeroso, esta situación mala para la administración de la Iglesia, pero era provechosa para los criollos, que en su mayoría ocupaban provisionalmente los cargos  que se encontraban vacíos, en septiembre de 1826, Irizarri  formaba parte del cabildo metropolitano de la ciudad de México, y como tal firmó una pastoral en contra de la lectura de libros prohibidos.[6] Fue también capellán de la Iglesia Santa Teresa La Antigua y por veinte años fué bibliotecario de la Catedral Metropolitana.
            El 24 de agosto de 1829, como miembro del cabildo de la Catedral refutó la proclama de los expedicionarios españoles en cuanto a que exhortaba a todos los fieles a prestar obediencia al Gobierno y a unirse frente al enemigo, aseguraban que bajo el sistema de la República Federal que adoptaron, ni la religión ni las buenas costumbres eran atacadas. Y recordaron que la Constitución Federal y las de los estados habían establecido que la Religión Católica, sería siempre la del país, sin tolerancia de otra, por lo que nada justificaba que los católicos se aliaran a los invasores,[7] esto nos muestra la unión efectiva y persistente que existía entre el clero y el estado, para un país fuertemente religioso nada era más importante que la opinión que pudieran tener los eclesiásticos y más si está apoyaba el nuevo estatus independiente dice Fernando Pérez Menen:
Ante la invasión española comandada por Barradas, los cabildos eclesiásticos en sedes vacantes, que gobernaban las diócesis por falta de obispos, dieron un testimonio de fidelidad a la emancipación del país.[8] 
            Esta falta de obispos pronto se convertiría en un problema para la administración de la Iglesia en México, debido a la actitud del Papa León XII, que accediendo a las solicitudes de Fernando VII para que las recién independizadas naciones de América, regresaran a su antiguo estado de dominación, prácticamente México se quedó sin obispos, el ultimo de ellos, fue Antonio Joaquín  Pérez Martínez obispo de Puebla,  muerto éste, todas las mitras de México estaban vacantes.
            En 1831 el Papa Gregorio XVI nombró seis obispos para las sedes de México, la Mitra del Arzobispado de México, no fue renovada, puesto que Fonte, se negaba a renunciar. Así que éste arzobispado continuó gobernándose por medio de su cabildo.
            En 1833, Irizarri fue nombrado Secretario de Gobierno del Cabildo, y como tal firmó una Carta Pastoral que recomendaba implorar la clemencia divina contra la epidemia de peste que se espera 1833. [9]
            Un año después ante el peligro que representaban las ideas liberales de Gómez Farias y otros liberales, el clero mexicano, se congratulaba por el decreto del 24 de junio de 1834 que suspendía las leyes de 1833 y 1834 que afectaban los bienes eclesiásticos. Agradecían al presidente Santa Anna que salvara a la iglesia mexicana.[10]
            En 1839, el Arzobispo Fonte fue obligado a renunciar a la a la Mitra de México, y el 23 de diciembre de ese mismo año el Doctor en Cánones, Manuel Posada y Garduño fue preconizado Arzobispo de México. [11] Al año siguiente, Irizarri fue consagrado arzobispo “in paribus” de Cesárea.
            En 1842, fue electo diputado de la Junta de Notables que elaborarían las Bases Orgánicas. [12]
            A la muerte del Arzobispo de México, Manuel Posada y Garduño fué nombrado Vicario Capitular de la Mitra de la ciudad de México, en 1847. Es en este año donde Irizarri entra en un área gris, se duda bastante sobre su actuación y responsabilidad en la conocida rebelión de los Polkos en febrero de 1847, cuando la Invasión Norteamericana se extendía por México.
            ¿Que motivos tenía Irizarri para rebelarse en contra del gobierno de Farias? La sucesión del Arzobispo se encontraba, en ese momento ya en manos del gobierno, pues, Valentín Gómez Farías había obtenido el expediente sobre el ejercicio del Patronato. La muerte del arzobispo Posada, ocasionó largas negociaciones para suplirlo por Irrizari, pues el gobierno estaba interesado en que especialmente fuera nombrado él.
            El origen de este interés radicaba en que dicho arzobispado era económicamente muy poderoso y a esos recursos acudían los gobernantes, en calidad de prestamos forzosos.
            Mientras se decidía su situación como Arzobispo de México, el 11 de enero de 1847, el vicepresidente Valentín Gómez Farías expide una ley, para hacerse llegar de fondos para la campaña contra los Estados Unidos, los afectados por esta ley son las arcas del clero.
            El autor del capitulo que trata sobre la rebelión de los Polkos, nos narra un enfrentamiento existente entre dos grupos que dominan políticamente la capital, los Puros y los Moderados, el ataque de Gómez Farias a los bienes del clero ofrecen una oportunidad para que se trame una rebelión entre los batallones de las Milicias Nacionales afectas a los Moderados. Cuando las tropas mexicanas se baten en Angostura, y llegan las noticias del desembarco de los norteamericanos en Veracruz, Gómez Farías ordena que el Batallón “Independencia” salga de la ciudad rumbo al puerto, el 22 de febrero de 1847, los Batallones de Milicias Cívica,  “Independencia”, “Bravos”, “Victoria”, “Mina” e “Hidalgo”, alentados por la iglesia se rebelan gritando “Mueran los puros”, “muera Gómez Farías”.[13] 
            El clero aprovechó el momento y abrió sus arcas para encender la guerra civil, en los momentos en que el extranjero echaba sus anclas frente a Veracruz. Todo sobraba a los pronunciados, mientras el gobierno el miserable pan y la poca tropa destinada a evitar la catástrofe de Veracruz. A los  once días de tiroteo existían en las arcas de los pronunciados noventa y tres mil pesos, pagados sus exorbitantes gastos.
            El pueblo no tomó parte en el pronunciamiento, ‘indiferente al grito de religión’. Y la escisión entre los rebeldes cunde hasta el grado en que no están de acuerdo sino en quitar a Gómez Farías. ‘La causa religiosa fué hecha a un lado, porque ya no servia para el intento’. El clero anuncia que retirara su apoyo económico a la revuelta si los jefes de ella no se comprometen a derogar las leyes contra sus bienes. [14]
            Ante esta situación, Guillermo Prieto, secretario del General Peña y Barragán, asiste a una entrevista en la casa del obispo en San Cosme: Irizarri “era un hombre pequeño, de tez blanquisima, manos delicadas y conjunto humilde, y un tanto vulgar.”[15]
            Los pronunciados en boca de Guillermo Prieto amenazaron al arzobispo Irizarri con someterse al gobierno si a las doce del día no se les entregan mas fondos, y como les fueran entregados, la revuelta continuó.[16]
            La rebelión es controlada cuando Santa Anna regresa a México, y emprende la marcha al frente en Veracruz, sin embargo la situación del clero seguiría igual porque Santa Anna presionaría para que sufragaran parte del gasto de la guerra.
            El 15 de junio Irizarri firmó una “Exhortación” dirigida a los habitantes de México, donde les dice que “el amor al prójimo que tiene como efecto la unión, a la que considera como la única posibilidad que tiene la patria para salvarse.”
            Irizarri en ese mismo tiempo y merced a su talento y buena política, a pesar de que la ciudad estaba ocupada por las tropas del ejército invasor logró que la iglesia mantuviera sus derechos y fuera respetada. Deben mencionarse los caritativos auxilios que prodigó a los prisioneros mexicanos, cuya libertad consiguió, interponiendo su influjo con el Gral.  Scott.
            Posteriormente hizo a una presentación ante el gobierno, contra un proyecto de ley de Tolerancia de Cultos.
            Respecto al asunto para ser nombrado Arzobispo, el Sr. Luis de la Rosa ministro de relaciones informó, desde Querétaro, el 27 de octubre de ese mismo año (1847), al encargado de negocios del gobierno en Roma Luis Valdivieso, que el Ministerio a su cargo había excitado, el 25 de ese mes, “al Cabildo Metropolitano para que le propusiera una quinteta (de eclesiásticos, que a su criterio reunieran los requisitos para ocupar aquel a cargo) a fin de que el gobierno eligiera (de entre ellos al que a su parecer debería ocuparlo, a fin de hacer ya) la presentación correspondiente al Vaticano, pues aunque la administración anterior ya había remitido ese documento, el Presidente dispuso una nueva propuesta por no haberse cumplido con todos los requisitos en la anterior.”[17]
            Se sucedieron órdenes y contraórdenes del gobierno mexicano a su representante en Roma hasta que el Secretario de Estado del Vaticano informó a la legación mexicana que Su Santidad resolvería cuando dispusiera de ulteriores documentos que le permitieran apreciar mejor a la persona destinada a ocupar una sede de tanto interés.
            Poco a poco se fué sabiendo que el Vaticano había recibido algunos informes poco favorables sobre Irizarri y el Papa, ante la insistencia del representante mexicano, explico su resistencia “con algunas insinuaciones sobre la conducta moral de Irizarri”. [18]
            Este (es decir, el representante del gobierno mexicano)  atribuyo esa actitud de rechazo hacia Irizarri, al hecho de que las autoridades vaticanas lo consideraban demasiado obsequioso con los gobiernos mexicanos.
            El Papa dijo que lo había excluido por su docilidad para el gobierno, pero sobre todo por sus costumbres, tal como había sido informado por el difunto obispo de Puebla, Francisco Pablo Vázquez, quien le había dado “il rapporto pui infelice che si possa legere”.[19]
            El representante mexicano ante el Vaticano escribió a México que todo el negocio lo habían realizado verbal y confidencialmente para que no constatara el desaire al gobierno y el borrón de Irizarri.
            El 18 de abril de 1849, el representante mexicano, Ignacio Valdivieso, informó al Ministerio de Justicia que el Papa se había basado en el informe de Vázquez, porque los otros le parecían tan exagerados que hasta “acusaban a Irizarri de impiedad.” [20]        
            Al morir Irizarri “al parecer por la pena de la resistencia vaticana” [21] pero en realidad, de tifo el 1º de mayo de 1849, había sido aceptada por el Papa su postulación para la Mitra de México, pero  nunca llegó a nombrársele. 

Bibliografía.
Ducumentos. Fondo Lafragua.  
1.   “Empleo”, Diario de México, [México] T. X, num. 1298 [ s. i.] 21 de abril de 1809, p. 460. LAF. 326
2.   Congreso, Bases orgánicas de la República Mexicana, acordadas por la honorable Junta Legislativa establecida conforme a los decretos del día 19 y 23 de diciembre de 1842, y sancionadas por el Supremo Gobierno provisional con arreglo a los mismos decretos del día 12 de junio de 1843. México, Imprenta de J. M. Lara, 1843. XI, 45 p. (LAF 784)
3.   México, Arzobispado, “Copia del edicto que el Ilmo. Presidente y cabildo eclesiástico de la Sta. Iglesia Metropolitana de México, gobernador del arzobispado, dirigió a sus diocesanos el día 28 de junio de 1834”, El Telégrafo. Periódico Oficial del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, (México) T. V., martes 1 de julio de 1834, NUM. 84, p. (716).
4.   México, Arzobispado, El Deán y Cabildo de esta santa Iglesia Metropolitana Gobernador del Arzobispado a sus diocesanos. Querétaro, Reimpresa en la Oficina del ciudadano R. Escandón, 1829. 1 h. LAF. 716.
5.   México, Arzobispado. (Carta Pastoral del Cabildo Metropolitano de México que recomienda implorar la clemencia divina contra la epidemia de peste que se espera). México, Imprenta de Galvan, a cargo de Mariano Arevalo, 1833. 16 p. (LAF. 716).
6.   México, Arzobispado. (Pastoral del Deán y Cabildo Metropolitano gobernador de la Mitra a los fieles de la diócesis recordándoles la prohibición  de lectura de ciertos libros y previniéndoles de tomar parte en conversaciones que ataquen a la iglesia). (s.p.i.) 16 p. (LAF 464)
Bibliografía.
7.    Alcaraz, Ramón, et. al.,  Apuntes para la Historia de la Guerra entre México y los Estados Unidos, 2a ed., México, Contenido, 1975, 204 p.
8.   Carlos María de Bustamante, Diario Histórico de México, T. II, México, INAH, 1981. 251 p.
9.   di Tella, Torcuato S., Política Nacional y Popular en México, 1820-1847, México, FCE, 1994, 237 p.
10.González Navarro, Moisés, Anatomía del poder en México, México, Colegio de México, 1977, 498 p.
11.Gutiérrez Casillas, José, Historia de la Iglesia en México, 3a ed., México, Editorial Porrua, 1993.  657 p.
12.Lucas Alamán, Historia de México, T. III, México, Libros del Bachiller Sanson Carrasco, 1986. 415 p.
13.Muñoz, Rafael R., Santa Anna el Dictador Resplandeciente, 2a reimp., México, FCE,  1987. 277 p.
14.O’Gorman, Edmundo, La supervivencia política Novohispana, reflexiones sobre el monarquismo en México, 2a ed., México, UNAM, 1986.  93 p.
15.Pérez Menen, Fernando, El episcopado y la independencia de México, México, Editorial JUS, 1977, 380 p.
16. Prieto, Guillermo, Memorias de mis tiempos, 2a ed., México, Porrua “sepan cuantos” 481, 1996. 359 p.    
17.Sosa, Francisco, Biografías de mexicanos distinguidos, 3a ed., México, Editorial Porrua “Sepan cuantos” 472, 1998, 665 p.
18.Toro, Alfonso, La Iglesia y el Estado en México, México, Ed. El Caballito, 1975, 493 p.



[1] Edmundo O’Gorman, La supervivencia política Novohispana, reflexiones sobre el monarquismo en México, 2a ed., México, UNAM, 1986.  
[2] “Empleo”, Diario de México, [México] T. X, num. 1298 [ s. i.] 21 de abril de 1809, p. 460. LAF. 326
[3] Lucas Alamán, Historia de México, T. III. p. 50
[4] El “Patronato”, era una institución que tenía la corona Española y que había conseguido del papado, el cual les otorgaba el derecho de regir a la iglesia católica autónomamente, como: elegir a los obispo y arzobispos; decidir que bulas se pueden o no publicar en el país.
[5] Carlos María de Bustamante, Diario Histórico de México, T. II. p.101.
[6] México, Arzobispado. (Pastoral del Deán y Cabildo Metropolitano gobernador de la Mitra a los fieles de la diócesis recordándoles la prohibición  de lectura de ciertos libros y previniéndoles de tomar parte en conversaciones que ataquen a la iglesia). (s.p.i.) 16 p. (LAF 464)
[7] México, Arzobispado, El Deán y Cabildo de esta santa Iglesia Metropolitana Gobernador del Arzobispado a sus diocesanos. Querétaro, Reimpresa en la Oficina del ciudadano R. Escandón, 1829. 1 h. LAF. 716.
[8] Fernando Pérez Menen, El episcopado y la independencia de México, p. 232.
[9] México, Arzobispado. (Carta Pastoral del Cabildo Metropolitano de México que recomienda implorar la clemencia divina contra la epidemia de peste que se espera). México, Imprenta de Galvan, a cargo de Mariano Arevalo, 1833. 16 p. (LAF. 716).
[10] México, Arzobispado, “Copia del edicto que el Ilmo. Presidente y cabildo eclesiástico de la Sta. Iglesia Metropolitana de México, gobernador del arzobispado, dirigió a sus diocesanos el día 28 de junio de 1834”, El Telégrafo. Periódico Oficial del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, (México) T. V., martes 1 de julio de 1834, NUM. 84, p. (716).
[11] Francisco Sosa, Biografías de mexicanos distinguidos, p. 5497 - 500.
[12] Congreso, Bases orgánicas de la República Mexicana, acordadas por la honorable Junta Legislativa establecida conforme a los decretos del día 19 y 23 de diciembre de 1842, y sancionadas por el Supremo Gobierno provisional con arreglo a los mismos decretos del día 12 de junio de 1843. México, Imprenta de J. M. Lara, 1843. XI, 45 p. (LAF 784)
[13]Rafael R. Muñoz, Santa Anna el Dictador Resplandeciente, p. 212.
[14] Ibid, p. 212 - 213.
[15] Guillermo Prieto, Memorias de mis tiempos , p. 254.
[16] Ibid, p. 212 - 213.
[17] Torcuato S. di Tella, Política Nacional y Popular en México, 1820-1847, p. 37.
[18] Moisés González Navarro, Anatomía del Poder en México: p. 93
[19] Ibid, p. 93
[20]Ibid.
[21] Ibid.